Cinemancia Festival

«Todo el tiempo me pregunto qué es el cine»: las películas de Ignacio Agüero | Cinemancia 2024

Publicado agosto 8, 2024

La bella singularidad del cine de Ignacio Agüero

Ignacio Agüero es un cineasta singular, no asume un rol de “director” al momento de encender una cámara después del crepitar de una claqueta, es un cineasta que carga el cine a sus espaldas, no una cinefilia desbordada de referencias y procederes sino una suerte de intuición mítica de cineasta pionero, como un Vigo o un Murnau. Agüero carga en la ensoñación de sus afectos cinematográficos pocas películas pero las atesora como un guardián obcecado. Su devoción fervorosa por Raúl Ruiz lo deslumbró más que el cine político latinoamericano de los años sesenta, vio en Tres tristes tigres (1968) la sensibilidad de un mundo lejos de las proclamas marxistas de la época.


Agüero rehúye a las clasificaciones concluyentes, ni cineasta de denuncia de derechos humanos ni cineasta político adoctrinante, el cine de Agüero es un pensamiento cotidiano sin límites, desde la misma práctica su vórtice vocacional es la libertad y su cine es uno que trabaja con espacios, cuerpos y cómo estos se modifican a través del paso del tiempo. Sus motivos son una imagen latente, una imagen que las puede contener a todas, como la imagen de Elena Moreira peregrinando de su casa al altar simbólico para recordar a su esposo y sus hijos asesinados por los militares en No olvidar. Ya en su primera película Agüero deja claro cómo el misterio de la imagen lo atrae hasta la obsesión. Sus películas no son resultados de la empresa de embarcarse en esas obsesiones sino construcciones poéticas del arrojo y del sentir –una divagación afortunada–. 


Así es como en Cien niños esperando un tren la imagen de una iglesia que se vuelve aula y después sala de cine lo terminaría conmoviendo, como si esa metamorfosis del espacio y sus rituales las llevara a fuego en la mirada y en el habla. Para Agüero el cine no se termina después de la palabra “FIN”. En una acumulación de gestos, una película se vuelve la resonancia de otra, por eso sus imágenes vibran y brincan por todas sus películas como epifanías de un juglar: los niños de la escuela rural de la periferia santiaguina se funden con los océanos profundos de los sueños de los marinos en Sueños de hielo, los rodajes de sus colegas en esos bellos ensayos pedagógicos como son Como me da la gana y Como me da la gana II se mezclan con el patio de su casa, los ventanales y las puertas. En su cine una imagen no es un absoluto sino una posibilidad, él recorre sus imágenes como una suerte de Tati en Las vacaciones del Sr. Hulot: con una coreografía de afectos y como una presencia reconocible y lejana a la vez.

 

Tal vez acá tengamos a uno de los cineastas más bondadosos que hace de una entrevista un acto de amor, con Varda, Cavalier o Coutinho posee ese don poderoso de escuchar al otro y responderle sin intentar arrebatar de su interior algún don oculto sino solamente dejándose llevar por el goce de la interacción. Agüero entrevista, filma, camina y monta como cuidando su jardín, sin una linealidad jerarquizada o vertical, sino en un goce horizontal lúdico. Es un niño que ha visto demasiado; ingresó a la escuela de cine cuando ya no había cineastas chilenos después del golpe de estado, el almirante que regentó su escuela de cine en ese entonces le aseveró que sería la última promoción de la escuela antes de su desaparición. 


Agüero siempre bordeó la oscuridad con el semblante y la serenidad de un poeta exiliado y de un campesino que no sucumbe a la violencia frívola de los días. Con Agüero estamos ante un cineasta “que no hace cine”, porque es difícil imaginarlo escribiendo un guion, imprimiendo escaletas, haciendo un pitch en una mesa redonda, exportando una secuencia en un programa de edición o llevando un storyboard a algún remoto paraje de la Araucanía. Agüero hace cine –y vaya sí lo hace bien–, pero, más que cineasta, es un pensador del tiempo, podría ser Walt Whitman o un estibador en Valparaíso. Sin embargo, decidió filmar. En esta edición de Cinemancia podremos presenciar el porqué de aquella decisión.  

Compartir publicación

Abrir chat