2004
70′ Min
Chile
Español
Ignacio Agüero
Ignacio Agüero & Asociado
Teatro Camino
Héctor Noguera
Ignacio Agüero
Inti Briones
Sophie França
Freddy González
Fecha/Hora | Teatro | Ciudad |
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Viernes 13 de septiembre | 5:00 p.m. | Teatro Caribe | Itagüí |
Ignacio Agüero nació en Santiago de Chile en 1952. Estudió arquitectura y también cine. Muchas veces se reconoce en sus películas la importancia de los espacios debido a esa formación. Realizó su primera película, No olvidar, de forma semiclandestina, sobre una matanza de campesinos por la policía de Pinochet. Después vinieron los documentales Como me da la gana (1985), una especie de encuesta a pie de rodaje sobre por qué y para qué hacemos películas con sus compañeros cineastas chilenos, y Cien niños esperando un tren (1988) sobre cómo transmitir la magia del cine a los niños de la mano de las clases de la profesora Alicia Vega. Hasta la fecha ha dirigido diez largometrajes. También ha sido presidente de la Asociación de documentalistas de Chile; jurado en festivales internacionales; productor y director de telefilms, actor secundario de numerosas películas chilenas y actor principal en dos films de Raúl Ruiz. Es profesor de cine en la Universidad de Chile. Agüero se refiere al desarrollo de sus películas así: “Para mí es fundamental trabajar siempre con la pregunta: ¿qué es el cine? Antes de rodar, durante el rodaje y durante el montaje. Esta actitud hace que en la creación de una obra todas las posibilidades estén abiertas y todas las formas del lenguaje estén en cuestión. Creo que cada vez existe menos un lenguaje dado, sino que éste se reinventa cada vez, sobre la base de la tradición, que ya es una tradición de rupturas. Lo que hace el cineasta es desplegar su propio modo de acercarse a esa pregunta”.
Esta película se proyecta con:
Hoy es jueves cinematográfico, de Ignacio Agüero
Los habitantes del pueblo Villa Alegre, en la zona central de Chile, se juntan para investigar la historia de su pueblo, luego la ponen en escena y se asombran cuando la ven. Una experiencia teatral, dentro de un film, conducida por el actor y director de teatro Héctor Noguera.
“El mito es un habla”
Mitologías – Roland Barthes
A 300 kilómetros de Santiago se encuentra el pueblo de Villa Alegre, un nombre bastante sonante y que, a través de la mirada de Agüero, adopta la forma de su nombre. La población, en su mayoría vieja, vive generalmente preocupada por dos temas: el abandono masivo de la población joven que migra a las ciudades para forjar otro futuro y el olvido de su tradición. Para fijar la memoria y crear una imagen prolongada en los recuerdos de sus habitantes, deciden montar una obra de teatro que recoge la historia del pueblo, mezclando elementos de su pasado colonial (como la división de la tierra por los encomenderos, que devino en la expulsión y asesinato de las comunidades indígenas), junto con la mitología que recoge personajes esenciales para el pueblo, como el diablo. La película, como las historias épicas que hemos conservado desde la antigüedad, está armada por un coro de voces que agregan su propia versión del mito para armar las piezas de un largo telar de un relato colectivo. El cambio arquitectónico y geográfico en esta película de Agüero, que contrasta con la mayoría de su obra, enfocada en los paisajes urbanos, invita a una contemplación que parece provenir de una inspiración bucólica. Los trabajadores y el campo destacan por un afluente de virtudes, en la que insiste la cámara con los planos que perduran en imágenes del trabajo soleado bajo el campo, así como de los personajes rodeados por las distintas plantas de sus casas y cosechas. A esto se suma el paralelo visual que tiende la película entre el trabajo teatral, que exige todo el cuerpo y hace de este la única herramienta posible para la comunicación del sentido, y el trabajo del campo que sólo puede llevarse a cabo con el mismo cuerpo. Arte y subsistencia se vuelven una sola cuando se encuentran en el cuerpo; trabajar el campo para subsistir es equivalente a montar una obra de teatro para hacer que la memoria viva. Al final, al acontecimiento que se asiste en la película es el reconocimiento de que el mito vive de manera simultánea en el pasado y en el presente. Las historias enterradas en la mente colectiva son aradas, cosechadas y compartidas por los mismos campesinos que labran la tierra. Aquí labrar es hablar; arar la tierra y cultivar en la palabra.
Valle de Aburrá, Antioquia