Cinemancia Festival

Nunca subí el Provincia

Nunca subí el Provincia

Año:

2021

Duración:

80′ Min

País:

Chile

Idioma:

Español

Director:

Ignacio Agüero

Productores:

Macarena López

Guionista:

Ignacio Agüero

Director de fotografía:

Gabriel Díaz

Matías Illanes

Montaje:

Sophie França

Sonido:

Roberto Espinoza

Sophie França

Carlo Sánchez Farías

Horarios

Fecha/HoraTeatroCiudad
Viernes 13 de septiembre | 4:00 p.m.Biblioteca Comfama BelloBello

Director:

Ignacio Agüero

Ignacio Agüero nació en Santiago de Chile en 1952. Estudió arquitectura y también cine. Muchas veces se reconoce en sus películas la importancia de los espacios debido a esa formación. Realizó su primera película, No olvidar, de forma semiclandestina, sobre una matanza de campesinos por la policía de Pinochet. Después vinieron los documentales Como me da la gana (1985), una especie de encuesta a pie de rodaje sobre por qué y para qué hacemos películas con sus compañeros cineastas chilenos, y Cien niños esperando un tren (1988) sobre cómo transmitir la magia del cine a los niños de la mano de las clases de la profesora Alicia Vega. Hasta la fecha ha dirigido diez largometrajes. También ha sido presidente de la Asociación de documentalistas de Chile; jurado en festivales internacionales; productor y director de telefilms, actor secundario de numerosas películas chilenas y actor principal en dos films de Raúl Ruiz. Es profesor de cine en la Universidad de Chile. Agüero se refiere al desarrollo de sus películas así: “Para mí es fundamental trabajar siempre con la pregunta: ¿qué es el cine? Antes de rodar, durante el rodaje y durante el montaje. Esta actitud hace que en la creación de una obra todas las posibilidades estén abiertas y todas las formas del lenguaje estén en cuestión. Creo que cada vez existe menos un lenguaje dado, sino que éste se reinventa cada vez, sobre la base de la tradición, que ya es una tradición de rupturas. Lo que hace el cineasta es desplegar su propio modo de acercarse a esa pregunta”.

Sinopsis

Sinopsis

La película es la relación de un cineasta con la esquina de su casa donde un nuevo edificio ha cambiado la vida del barrio y, además, ha interrumpido la visión que Agüero, el cineasta en cuestión, tenía del cerro Provincia y de la Cordillera de los Andes. Esta situación decide contarla a través de cartas manuscritas a una joven cineasta que un día fue a dejarle su primera película.

Reflexión

Reflexión

Reflexión

Reflexión

Ignacio Agüero es un cineasta-jardín, las flores sus reflexiones sobre el cine, cuidadas con extrema delicadeza. En Nunca subí el Provincia perviven los motivos de películas como El otro día o Como me da la gana y Como me da la gana II: el retrato variable del barrio de la infancia santiaguina de Agüero, el boceto de retratar al otro como gesto de identificación e incertidumbre y al tiempo asestar en el remolino del flujo de la conciencia del hacedor de imágenes los orígenes arcanos mismos de la creación y su naturaleza. Agüero, al final de la película, sentencia “escribo para escribir” a remitentes fantasmas, a puertos sin faros, senderos sin señal. Ese potencial remitente espectral es la fuerza primigenia que arroja al cineasta de Sueños de hielo a filmar, escribir, preguntar sin un interés cartografiado fijo sino contento con el detenerse en el deleite de conocer la existencia próxima, igual de evanescente y misteriosa que el vuelo de las aves que registra con su cámara personal. Así, un zapatero es interrumpido en medio de un momento cargado de melancolía al recordar alguna condición exacta de una construcción que ahora es una nada. Agüero permite pasar al cliente del zapatero y el plano encalla en unos tacones como un hiatus que sentencia una línea divisoria de lo palpable y lo ya inalcanzable; obreros errantes, descartes poéticos de sus anteriores películas, buques en el Pacífico que se asemejan a los personajes menguantes que cruzan la esquina Valenzuela Castillo con Manuel Montt en su natal Santiago, elementos suspendidos en el soporte que no siguen la vertiginosa linealidad de producción acelerada de esta época, monumentos de resistencia o perfumes sibilinos como los que exudan las flores del jardín de la casa del cineasta y el imponente Cerro Provincia nacarado contemplándolo todo. Nunca subí el Provincia se funde en la biblioteca onírica del inconsciente agüeriano, si el cineasta nos brindará unas llaves para irrumpir en dicha biblioteca encontraríamos a grupos de niños viendo películas de Charles Chaplin, cementerios llenos de enredaderas, rostros de madres buscando a sus hijos desaparecidos por el golpe de estado y mares infinitos sobresaturados que nos encandilan la vista. La película es otra posibilidad de vivir en los predios de un cineasta tan singular y maravilloso para el cual oprimir el botón REC significa comenzar una plegaria donde el rezo es el viento mismo.

ANDRÉS MÚNERA

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