Una despedida es una especie de asíntota (esa función que se acerca a un valor pero que no lo intersecta), entonces, el instante definitivo en el cual no se volverá a ver a ese ser de quien se despide parece ser eterno, los recuerdos, las palabras finales hacen que en realidad nos hagan dudar si realmente dejaremos de sentir la presencia de ese ser a quien decimos adiós. ¿Cuál es el instante definitivo en el cual termina la despedida? ¿Realmente llega? ¿Hay alguna despedida que  termine? Tal vez siempre nos estamos despidiendo de todos todo el tiempo. Lucas y Bresnan filman una de esas despedidas que parecen ser continuas: una mujer texana que despide a una desahuciada mascota se transforma en uno de los más bellos homenajes que se pueden hacer a la relación que se tiene con una mascota. La película logra dar con una energía festiva de despedida, en medio de todo el dolor inherente al adiós  y la organización de un desfile parece coronar el amor del vecindario, tanto humano y canino, en el cual deambuló un perrito que era querido por todos. El paso, la transición hacia un estado de más calma y más amor, nos lleva a pensar en una paz prometida, en todas las religiones, en todas las creencias, tal vez esa paz eterna es el amor y el recuerdo que tenemos y que no se apaga, porque el ente al que se le dice adiós en realidad nunca se va.