2024
16′ Min
Colombia
Español
Simón Vélez
Jenny David Piedrahita
Simón Vélez
Daniel Giraldo Dios
Pepqueen Lio Wu
Simón Vélez
Juan Cañola
Deimer Quintero
Daniel Giraldo
Juanma López
Fecha/Hora | Teatro | Ciudad |
---|---|---|
Sábado 7 de septiembre | 7:00 p.m. | Teatro Caribe | Itagüí |
Miércoles 11 de septiembre | 6:30 p.m. | Centro Colombo Americano | Sede Centro | Sala 1 | Medellín |
Estudió Dirección en la Universidad del Cine en Buenos Aires, Argentina. Ha dirigido y producido cuatro cortometrajes, Por ver la luz en tus pupilas, decía mordicante el réprobo (2015), Historia del agua (2016), La máxima longitud de un puente (2018) y Los mayores ríos se deslizan bajo tierra (2022). Sus trabajos se han presentado en Locarno, BAFICI, FICCI, Mar del plata, FICValdivia, FID Marseille, entre otros. Vive y trabaja en Medellín. Historia del aire (2024) es su trabajo más reciente.
Jairo, un heladero, encuentra una valiosa escultura precolombina que vende por una moto y algo de dinero.
El cuento es siempre el mismo, con toda la potencia de los arquetipos: un muchacho, ansioso de resplandores, tropieza con una piedra preciosa: fragmento fantástico, meteoro precolombino, huella perdida de El Dorado. Disfrazado con un buzo amarillo y una moto, emprenderá un corto viaje errático. En el camino, conoce a una muchacha (diosa ambarina, joya en la vorágine, ventura y tempestad) que lo acompañará cauta y silenciosa, mientras guarda para sí un secreto primordial, quizá un resentimiento cósmico. Como en la parábola nietzscheana, el muchacho dejará de ser “el Camello” para convertirse en “el León”. Abandona su aburrido y pesado trabajo y vende la piedra para buscar la libertad en un (engañoso) destino chamánico. Un deambular que puede verse como el mandato de un orden superior que, sin embargo, es la expresión de un progresivo adueñarse de sí mismo a través de la aceptación del azar como predestinación. Viaje, en fin, necesario para la transformación espiritual. Como en sus anteriores películas, Simón Vélez continúa jugando a hacer cine, andando un camino arriesgado y singular, plagado de felices hallazgos. Siguiendo la brillante estela de los surrealistas, sus películas son un festín donde el lujo, el derroche, el humor y la gratuidad logran arrancarnos (fugazmente) del flujo cruel de los días. Sus complejas imágenes son un salto poético de curación. Al final, sólo somos polvo que vaga alrededor de un sol incomprensible o insectos enamorados de un fuego que nos quema.
Valle de Aburrá, Antioquia