2024
10′ Min
Colombia
Español
Diego Cortés
Diego Cortés
Carolina Lucio
Ana María Vahos
Diego Cortés
Camilo Falla
Diego Cortés
Diego Cortés
Issabella Rozo
Carolina Lucio
Fecha/Hora | Teatro | Ciudad |
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Sábado 7 de septiembre | 7:00 p.m. | Teatro Caribe | Itagüí |
Miércoles 11 de septiembre | 6:30 p.m. | Centro Colombo Americano | Sede Centro | Sala 1 | Medellín |
Estudió Artes Visuales en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Su trabajo está centrado en la expresión a través de la animación y la relación entre el arte y la participación comunitaria. Es miembro de Moebius Animación y su sucursal Porosa Animación, donde se dedica a la difusión e investigación de animación experimental, organizando curadurías como «Animación porosa: el gesto del cuerpo en la imagen» y «Cuerpo de un tercer mundo». Es codirector y productor del cortometraje “Gloria” (2022). Dirigió el cortometraje «Ver morir una mosca» (2019), ganador en el Experimental Categoría de Caleidoscopio. Mejor Cortometraje Nacional 2020.
En medio de la agonía de una cordera, dos amantes juegan bajo una sábana. La sabana, que es lino y es sudario, captura su muerte e inmortaliza lo que fue.
Afín a la sorpresa como beneficiosa aceptación de la confusión, Calostro es permanentemente un misterio. Todo se mueve y las voces inflan las imágenes, sin embargo, ¿qué es lo que vemos? Las figuras se disputan legibilidad y encanto. La poética de Diego Cortés tiene que ver con la muerte, el sueño y el rechazo. Sabemos que el calostro hace referencia a esa primera comida en los mamíferos. En la película, el empuje dramático aparece por la imposibilidad de esa comida. Las voces nos lo hacen saber. En este mundo hecho a mano, la distancia entre el instinto y la inclinación del artista por el escrutinio hacia el dolor y el esfuerzo es considerable: lo que es una pesadilla “biológica” se convierte en un coro de voces –defensa contra el silencio y esperanza por algo más verdadero y más esperanzador–. Pegado a una situación irremediablemente trágica, la película –siempre en gerundio– va encontrando el gesto justo para dar cuenta del hecho cruento. Calostro ve en la tragedia no el pulso firme de las vísceras y de los ojos clavados sobre la carne afectada, sino la hondura de un terror “útil”. La fascinación por esta falla incomprensible de la naturaleza y el instinto se traduce en el descubrimiento de nuevos detalles emocionales. Al final: el alumbramiento de una sensibilidad enrarecida, de pesos y presencias. Lo que parece una mortaja puede ser artefacto de una renovada lucidez.
Valle de Aburrá, Antioquia