“Yo sabía que no me iba a morir pero que me dolió, me dolió”, dijo el cantautor y compositor argentino Charly García, luego de tirarse a una piscina desde un 9 piso. En este cortometraje, Juan Daniel Echeverri nos instiga a sumergirnos entre momentos reiterativos alrededor del agua, elemento vital que, además, invita a fluir, a lanzarnos, a vibrar, a dejarnos caer, a soltar el control en un zambullido de emociones infinitas… sumergiéndonos en el amar. Trayendo al presente imágenes de archivo que salen a flote, dándole vida y realidad a una metáfora y a un tema universal como es el amor, explorado en sus variadas formas, sublime en la inmensa posibilidad de las palabras y las acciones que nos llevan hacia él, inmersos en historias conjugadas y atrapadas en la memoria y el tiempo. Las imágenes son tomadas de películas en blanco y negro como  “Swimming and Diving Aces”, de 1940, documental sobre el deporte de la natación y el salto en la década de los años 30, cuyos personajes son las estrellas olímpicas de la época (es importante anotar que en la disciplina de saltos, desde su debut olímpico en 1904 hasta apenas 1928, tenía la prohibición de giros y volteretas para las mujeres). También la película celebra “Night of the Squid”, de 1970. Allí, las imágenes de Jacques Cousteau, el más célebre de los divulgadores científicos del mundo submarino, trae como referente un gran pensamiento: “El hombre lleva el peso de la gravedad en sus hombros. Sólo tiene que bajar al fondo del mar para sentirse libre”. Así como la libertad de ser, sentir y amar… En definitiva, los humanos necesitan del fondo del mar. Transitar la pulsión del amor, desentenderse, disfrutar y vivir en el afán incoercible de la supervivencia, en la renuncia a la supervivencia… Es justo por eso que piensa en tu deseo más profundo, cierra los ojos, concentra tu atención en él y bucea.