2017
6′ Min
Alemania
Georgia
Textos en inglés
Alexandre Koberidze
Karoline Güldemann
Christoph Shoape
Alexandre Koberidze
Marius Flucht
Alexandre Koberidze
Fecha/Hora | Teatro | Ciudad |
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Sábado 7 de septiembre | 5:00 p.m. | Casa Municipal de la Cultura de Caldas | Caldas |
Alexandre Koberidze nació en 1984 en Tbilisi (Georgia), donde estudió microeconomía y producción cinematográfica antes de trasladarse a Berlín para cursar la carrera de dirección en la Academia Alemana de Cine y Televisión. Ha realizado varios cortometrajes y la película «Let the Summer Never Come Again», que ganó premios internacionales, incluido el Gran Premio del FIDMarseille. Su último largometraje, «What do we see when we look at the sky?», se estrenó en la sección de la Competencia Berlinale de 2021, donde recibió el premio Fipresci.
Esta película se proyecta con:
Colophon, de Alexandre Koberidze
Linger on Some Pale Blue Dot, de Alexandre Koberidze
The Perfect Spectator /El espectador perfecto, de Alexandre Koberidze
The More I Zoom in on the Image of These Dogs, The Clearer it Becomes That They Are Related to the Stars / Entre más hago zoom a las imágenes de estos perros, es más claro que son parientes de las estrellas, de Alexandre Koberidze
¿Dónde debería uno ir para hacer cosas que están prohibidas? A algún lugar donde esté oscuro.
Al lado del arquetipo del flâneur del romanticismo decimonónico, el director Alexandre Koberidze, a través de un corto de poco menos de 5 minutos, nos muestra tres personajes, tal vez dos y al final tal vez uno solo. El director no tiene miedo en comenzar adentrándonos en el misterio de nuestro primer personaje a través de un primer plano de un hombre adulto que espera sentado mientras llora, solo para ser reprimido pocos segundos después por alguna figura fuera de campo, “diciéndole” que no puede llorar en dicho lugar. Esta secuencia dramática se convierte en un tipo de leitmotiv que se repite en el transcurso del filme: llora el personaje, lo echan y debe caminar hacia otro lugar. Es en la repetición de esta premisa cinematográfica que el cortometraje adquiere una suerte de ritmo poético, nuestro flâneur, nuestro caminante de la ciudad europea actual que, a diferencia de los románticos del siglo XIX no anda de bastón, sombrero y traje, sino que apenas lleva un saco y unos shorts, que ya no observa la arquitectura grandilocuente de las monarquías europeas, sino las construcciones pragmáticas y brutalistas de las repúblicas contemporáneas, no ha cambiado, tampoco el corazón de las ciudades. La dialéctica del observador urbano es la misma desde los incipientes burgos feudales hasta las megalópolis que vendrían en el futuro. Para el espectador atento, la ciudad es el segundo personaje de toda caminata, el primero siempre es él mismo. El paisaje urbano, con la hibridez de todo lo humano y todo lo antihumano, ofrece momentos al observador detallista para perderse en las emociones propias, las emociones que llegaron al observar algo externo, o la simbiosis de ambas. Aun así, no se puede llorar, la ciudad no es solo suya, y llorar en cualquier lugar puede hacer que espante a potenciales clientes/usuarios, o a que se le dañe el día a alguna feliz pareja que pasa al lado. Hay que llorar siempre en otro lado, y si vas a otro lado a llorar también tendrás que irte de ese lugar, no importa si usas gafas, la gente siempre sabrá que estás llorando y siempre le dañarás el día a alguien. El perfecto espectador siempre es el otro que existe ubicuamente en todos lados. No hay que olvidar que estás viendo este corto, tú no eres el personaje principal, eres un tercero en todo esto, un tercer personaje que para pensar en otras cosas se mete al cine a ver a otros personajes, al igual que nuestro caminante, al final, se resguarda en el cine para pensar en otras cosas. En The Perfect Spectator solo hay un personaje, es un personaje múltiple.
Valle de Aburrá, Antioquia