En The Fruit Tree se despliegan múltiples mundos y tiempos dentro de cuatro paredes. Estas cuatro paredes están desnudas, porque pertenecen a un apartamento vacío. Sharleece está considerando alquilar esta casa en el soporífero pueblo desértico de California City. Mientras camina por el espacio, describe lo que ve: una planta abandonada, una alfombra de la cual se puede prescindir, catorce escalones: los cuenta uno por uno. También describe lo que se imagina: cortinas rosas y negras, un televisor, pegatinas en la pared. Sus palabras parecen referirse a un espacio intermedio en el límite entre la realidad práctica y la fantasía. Cuando Sharleece mira por la ventana hacia el desierto, recuerda su casa de la infancia. Nuevamente describe detalles materiales que su memoria transforma en un paseo verbal por las habitaciones. El garaje a la izquierda, el muro de ladrillos rojos a la derecha, la vista desde aquella ventana al árbol frutal. Mientras Sharleece continúa hablando, el tiempo avanza tras el marco de la ventana. El sol ha caído de repente, la luz ha cambiado. Diferentes temporalidades y espacios se superponen: la casa de sus padres y el nuevo apartamento, el desierto afuera y las dos mujeres adentro. The Fruit Tree se basa en Victoria, un largometraje (proyectado en Cinemancia 2021) que Tollenaere hizo anteriormente con Liesbeth De Ceulaer y Sofie Benoot. Victoria también se desarrolla en el desierto de California City, incluso con Sharleece en un papel secundario. La superposición de The Fruit Tree con este trabajo anterior recuerda a la construcción intuitiva de información y tiempo en este cortometraje. Como una reorganización del tiempo y el espacio, como solo el cine puede hacerlo. Hacia el final, el sonido de las bocinas de los autos y las voces de niños se filtran suavemente en la película. Como si emergieran de la arena suave aparecen ante nosotros, poco a poco, fragmentadas como siempre, nada más y nada menos que en forma de película.