Una suerte de cuadro de Egon Schiele atravesado por las piezas de Günter Brus en movimiento. Gloria (2022), el cortometraje del colectivo Residuo, conformado por los artistas visuales Daniela Briceño Bello, Diego Felipe Cortés y Blanca Castellar, es una pieza de cámara de sensorialidad inmersiva que crea una metamorfosis fisiológica-degradada-renacida, imagina el cuerpo como una naturaleza muerta ya recuperada, el tejido como invernadero, el fluido como extensión aurática. Sus virtudes no están solo al alcance de lo meramente visible, sino que la cámara hermética donde se desarrolla la película permite que cada sonido se acentúe con delicadeza sin dejar de sembrar desasosiego. Gloria funciona como un túnel de sentidos que utiliza anzuelos formales para llamar a la razón hacía su catatumba de tránsito, suspenderse en el acto de contemplar una piel-vegetal en su gradual transformación, y salir por el mismo túnel plegado a los usos sinestésicos del acto creativo como un festín de identificación. El stop motion de la animación nos fagocita para entrar en el orden representativo de la misteriosa Gloria-ente.