2022
90′ Min
Argentina
Español
Juan Pablo Basovih Marinaro
Sofía Jallinsky
Palestra Films
Verónica Gerez
Cecilia Marani
Sebastián Romero Monachesi
Raquel Ameri
Antonio Dionisio Vázquez
Juan Pablo Basovih Marinaro
Nahuel Salgueiro
Brenda Gitman
Santiago Boada
Fecha/Hora | Teatro | Ciudad |
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Viernes 1 de septiembre | 4:00 p.m. | Cinemas Procinal Aventura | Medellín |
Sábado 2 de septiembre | CDL - Barbosa | Barbosa |
Juan Pablo Basovih Marinaro (Buenos Aires, 1989) Estudió en Guionarte y en la UNA. Dirigió los cortometrajes Frutillas y, junto a Martina Pasqualini, Cercenado y Los dentistas.
Sofía Jallinsky (Buenos Aires, 1994) Estudió licenciatura en Artes (UBA) y es productora y gestora cultural. Palestra (Cinemancia 2021) fue el primer largometraje de ambos directores y Estertor (2022) fue estrenado mundialmente en el Festival Internacional de Cine de Gijón (FICX).
Cuatro empleadas asisten a un genocida que padece Alzheimer y cumple prisión domiciliaria. Motivadas por el aburrimiento, la desidia y la precariedad laboral, encuentran diversión en hostigar al opresor.
Alejadas de lo familiar y lo fácilmente reconocible, son muchas cosas las que pueblan Estertor (2022): las puertas, las ventanas, las persianas –todo aquello que es un potencial obstáculo para la vista–; un cuerpo humano que no está vivo y tampoco muerto, que no habla y apenas balbucea. No es un cuerpo agónico o moribundo. Es, diríamos, un cuerpo fuera de lugar. Finalmente, hay un grupo de personas unido por una frágil y fantasmal rutina, suturada por un paradójico desdén y odio hacia ese fantasma de apenas carne y hueso. En Estertor todo parece fuera de lugar. Una noche no es estrictamente una noche. Una cena es un pretexto para otra cosa. Un hogar no es –o no del todo– una cárcel con la propiedad del castigo férreo. Un enfermero está lejos de ser aquello que describe la palabra. Y un nieto aparece desfigurado en relación a eso que representa. La película comparte el orden de un terremoto, un tsunami o cualquier otro desastre natural de proporciones inauditas. En Estertor, contra toda lógica de familiaridad, nada está donde debería estar. Tampoco el humor está donde debería estar. El resultado de ese caos estimulante es una ecuación que equipara el asco, lo que es raro y lo que es espeluznante, con la risa, el desparpajo y el descaro. Ese atentando a lo legible hace que cada nueva película de Juan Pablo Basovih Marinaro y Sofía Jallinsky tenga la fuerza y la intensidad de un testamento estilístico. Estertor tiene varias aceleraciones narrativas más o menos reconocibles. La película inicia con una transacción. Alguien paga por algo. Ese será un ritmo corriente. Luego, en un muy inicial gran quiebre, la casa –infinita y diminuta al mismo tiempo– recibe a una nueva integrante. Lo que sospechábamos como dinámicas muy claras empiezan a entorpecerse. La mirada de la extraña motiva nuevos caminos y nuevas ideas. Gracias a ella, el desorden se hace doblemente perceptible. El deterioro, el crimen, el pasado, los accidentes, el odio y lo grotesco se juntan en todos los planos de la película. No aparece una cosa después de la otra, aparecen todas juntas.
Valle de Aburrá, Antioquia