La inteligencia artificial es un agujero negro que, por donde camine, engulle toda la información disponible.  Esos datos-comida son los que precisamente le dan a la inteligencia artificial capacidad de decisión, sin embargo, esos mismos datos y decisiones específicas son producto de un humano que va “alimentando” a un servidor en un lugar desconocido. En attendant les robots es precisamente esa reflexión contemporánea que nos sumerge en la espera, todavía imaginaria, que hace que este ente engullidor finalmente pueda decidir sin intervención humana cualquiera. Borrando rostros en google maps, reconociendo anomalías médicas o entrenando a softwares de idiomas o reconocimiento de voces, Castay ofrece una exploración crítica y humorística a partir de un joven belga que se convierte en un puente entre servidores y la comunidad de personas que hacen lo mismo que él en diferentes partes del mundo. Esta aparente humanidad y fraternidad con otros humanos que van contando sus experiencias en este rol de traductor al lenguaje de máquina, se rompe cuando se debe volver a la rutina repetitiva. Cada segmento aporta una pieza al absurdo rompecabezas de la modernidad tecnológica. Alternando entre planos amplios de mapas de google y close-ups íntimos de los rostros de la comunidad en algún lugar del mundo, creando una tensión visual que refleja la dicotomía entre humanidad y artificialidad, la película acentúa la atmósfera de incertidumbre y deshumanización, pero también deja espacio para destellos de humanidad y esperanza. Castay equilibra lo particular con lo universal, presentando un retrato complejo y absurdo de una humanidad en transición. En un panorama cinematográfico a menudo obsesionado con lo inmediato y lo espectacular, la película de Castay se erige como una pieza esencial para comprender los dilemas y las esperanzas de nuestro tiempo. También sobre lo que es la inteligencia artificial: no es más que un infinito árbol de decisiones que un humano en algún lugar insospechado del mundo va podando.