Cinemancia Festival

Un Prince / Un príncipe

Un Prince / Un príncipe

Año:

2023

Duración:

82′ Min

País:

Francia

Idioma:

Francés

Director:

Pierre Creton

Productores:

Arnaud Dommerc

Elenco principal:

Manon Schaap

Pierre Barray

Vincent Barré

Antoine Pirotte

Pierre Creton

Mathieu Amalric

Guionista:

Pierre Creton

Mathilde Girard

Cyril Neyrat

Vincent Barré

Director de fotografía:

Antoine Pirotte

Léo Gil Mena

Pierre Sudre

Montaje:

Félix Rehm

Sonido:

Joseph Squire

Horarios

Fecha/HoraTeatroCiudad
Martes 10 de septiembre | 7:00 p.m.Cinemas Procinal Las Américas Medellín

Director:

Pierre Creton

 Vive en Vattetot-sur-Mer, Francia. Se graduó en la Escuela de Bellas Artes de Le Havre. En paralelo a su trabajo como agricultor, exhibió en exposiciones grupales e indivisuales sus dibujos, fotografías e instalaciones audiovisuales. Sus películas se han presentado en varios festivales, incluido el FIDMarseille, donde en 2008 L’heure du berger ganó el Gran Premio en la competición francesa.

Sinopsis

Sinopsis

Pierre-Joseph tiene 16 años cuando entra en un centro de formación para ser jardinero. Allí conoce a Françoise Brown, la directora, a Alberto, el profesor de botánica, y a Adrien, su jefe, fundamentales en su aprendizaje y en el descubrimiento de su sexualidad. Después llega Kutta, de quien siempre ha oído hablar. Kutta, que se ha convertido en el dueño del extraño castillo de Antiville, parece buscar algo más que un simple jardinero.

Reflexión

Reflexión

Reflexión

Reflexión

Pierre Creton invierte la posibilidad cinematográfica del nerviosismo y de la limitada rapidez que dictamina que un hecho puede ser visto desde muchos lados. En su lugar, con un influjo de cuerpos palpitantes, desordena todo y hace indistinguible a) el hecho del tiempo; b) el sujeto de la voz (su voz); y c) el deseo de la espera o del protocolo (simple asunto de avidez y felicidad: así es el derroche erótico en Creton). La película es realmente un estudio sobre la belleza. La belleza de ciertas flores silvestres y de los hombres viejos. Todos los instantes comparten una forma de belleza, es una dulce obsesión que empuja la película hacia un nuevo lugar donde la observación se confunde con la meditación y, de repente, nos hace ver con nuevos ojos la vastedad del mar, la grandeza inagotable de un jardín, y, finalmente, el material que se va alojando, día a día, en una habitación donde los amantes duermen y el ritmo sincronizado de sus respiraciones asegura el nacimiento (¿florecimiento?) de un nuevo lenguaje íntimo (que es, por otro lado, la antítesis de la alarma en los amantes). Es inolvidable el plano donde el tiempo corre tan rápido que se pone al día con los cuerpos y los misterios de cada uno de los tres amantes. Hay incluso una belleza radical en la muerte. En los cuerpos inmóviles que la película filma y, al final, reúne con ese raro sentimiento de consolación y plenitud. Lo que Creton define y enseña como bello es obviamente esquivo para el mundo contemporáneo. Va desde lo que pasa entre la tierra y las manos de quien la cultiva o la protege hasta lo neurálgico que muchas veces ocurre en un salón de clases: atender a las palabras de un profesor apasionado por su rama de estudio. Sobre lo bello y lo esquivo hay dos momentos cumbres: cuando un hombre, con una voz que Creton inscribe también como atributo de la belleza, descubre una rara flor en su jardín. Otro tiene que ver con salvar a un perro de un horizonte de metal y encierro. Según Creton –él mismo confunde su biografía con el relato de esta película, con las imágenes que se filman lejos de Francia y con su propio cuerpo–, el hombre crece –como crecen las flores– cuando su educación sentimental adquiere robustez y lo que gana en acción y desparpajo lo pierde en extrañeza. Acá –y es algo inclinado hacia la dirección contraria de lo trillado–, nadie tiene miedo al rechazo. En realidad, es como si en el texto y en el proceder de las pasiones, cuando son verdaderas y capaces de entusiasmar al cuerpo entero, el rechazo fuera incapaz de amenazar. Ante nuestros ojos, las consideraciones amorosas del hombre que sigue la película resultan más que asombrosas. Siempre está haciendo algo que lo conduce al amor, la única excepción es cuando está con sus padres. Y muy difícil en general la tienen las familias en esta película. El amor filial es mucho más enredado y cosido alrededor de la indiferencia que el cariño pasional –generoso, feliz, sonriente–. Es una película sobre aprender de las plantas, de su reproducción y del amor –sin la posibilidad de la reproducción–.

PABLO ROLDÁN

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