1965
77′ Min
Colombia
Español
Roberto Ochoa
Aníbal de Castro
Lorenzo Miranda, Francisco José Restrepo, Liz Bertrand, Tito Ávila, Betty Álvarez, Iván Cañada, Victor Dueñas
Manuel Zapata Olivella
Roberto Ochoa
Samuel Ospina
Samuel Ospina
Elmer Carrera
Hugo López
Fecha/Hora | Teatro | Ciudad |
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Viernes 1 de septiembre | 4:30 p.m. | Teatro Caribe | Itagüí |
Domingo 3 de septiembre | 4:30 p.m. | Cinemas Procinal Las Américas | Medellín |
Roberto Ochoa. Cineasta cubano. Vino a Colombia a trabajar en Panamericana Films, en 1957. De él se conoce su trabajo como director en Tierra amarga (1965) y como director de fotografía en Tunca, el guerrero (1984) y Vicios de mujer (1982).
Primer largometraje filmado en Quibdó en 1963,por el cubano Roberto Ochoa con guion del maestro Manuel Zapata Olivella. Narra la historia de un matrimonio estadounidense que viaja al Chocó. Él es el patrón de la mina y ella es una periodista, quien, dolida por las condiciones miserables de vida y de trabajo en la región, decide hacer una entrevista a un minero afrocolombiano. La relación entre el minero y la reportera toma visos de romance clandestino. Este testimonio documental de Quibdó aborda la explotación minera y la vida de la población afrocolombiana de la región desde una narrativa que combina erotismo y ceremonias tradicionales de la población afrocolombiana del departamento del Chocó.
Quibdó, Chocó: tierra de pueblo negro y jefes blancos, del trabajo local y la explotación extranjera, del oro y de la miseria. Cada trozo de tierra hermosa y fascinante trae consigo el toque amargo de la ironía y la injusticia: hambre y pobreza en zona de riqueza. Lorenzo, uno de los empleados, explica a Mrs. George, la esposa del nuevo gerente de la mina, que allí los negros mueren sin haber vivido realmente, pues su vida consiste en esperar la muerte… o un empleo. Diálogos de este talante, concebidos por la pluma de Manuel Zapata Olivella, son una de las muestras más potentes de denuncia social, así como la música tradicional del Pacífico que acompaña la película. La magistral interpretación del tema “A la mina”, ambientada por el paisaje sonoro del río, las aves y la draga, condensa toda la fuerza de la protesta: “Aunque mi amo me mate, a la mina no voy, yo no quiero morirme en un socavón”, “yo prefiero morirme al aire y el sol”, “aunque me aten cadenas, esclavo no soy”, “se compran las cosas, a los hombres no”...
Desde la pantalla, Tierra amarga (1965) se inscribe en una tradición literaria de novelas latinoamericanas centradas en la lucha de clases, en la denuncia de las condiciones de trabajo del proletariado y en el rol protagónico del medio geográfico. Así, le sigue el paso a “Los de abajo” (1915) de Mariano Azuela, “La vorágine” (1924) de José Eustacio Rivera, “Doña Bárbara” (1929) de Rómulo Gallegos, “Cacao” (1933) de Jorge Amado, “Mancha de aceite” (1935) de César Uribe Piedrahita, entre otras obras. Sin embargo, lo más destacable en su retrato de la minería chocoana es la complejidad de los caracteres y la evasión de maniqueísmos: lo “primitivo” y lo “civilizado” se problematizan por igual, Mrs. George se muestra tan compasiva como despectiva con los negros, el erotismo se confunde con la cruel seducción, el desprecio y la admiración se entremezclan, los juicios sobre los personajes cambian y se complejizan y, al abandonar la sala, un regusto amargo se habrá quedado en el paladar.
Valle de Aburrá, Antioquia