2023
106′ Min
Francia
Francés
Barbet Schroeder
Lionel Baier
Régine Vial
Charles Gillibert
Ricardo Cavallo
Pierre Astier
Apollinaire Le Vot Debeaurain
Philippe Pech de Laclause
Sasha Khoshnevis Balka
Barbet Schroeder
Victoria Clay
Julie Lena
Elie Peyssard
Fecha/Hora | Teatro | Ciudad |
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Miércoles 11 de septiembre | 7:00 p.m. | Cinemas Procinal Las Américas | Medellín |
Nació en Teherán, Irán. Su padre fue un geólogo suizo de Ginebra y su madre una médica alemana. Luego de una infancia en Colombia, a los 11 años llega a París e ingresa a los sistemas del Liceo y Universidad francés. Estudia Filosofía en la Sorbona. Es un director, productor y actor de renombre internacional, conocido por su versatilidad y por los temas controvertidos de sus películas. Su empresa «Les Films du Losange», que fundó cuando tenía 22 años, produjo varias películas importantes. En Medellín, dirigió La virgen de los sicarios.
Esta película es el retrato que nos propone Barbet Schroeder de su amigo Ricardo Cavallo, que consagra admirablemente su vida a la pintura. De Buenos Aires a Finistère, pasando por París y Perú, esta película es una invitación a sumergirse en la historia de la pintura, pero también a descubrir la vida de este hombre excepcional que, con sencillez y humildad, transmite su pasión a los niños de su pueblo.
Ricardo y la pasión por la pintura; Ricardo y la amistad; Ricardo y el rapto místico; Ricardo y la gruta; Ricardo y la enseñanza… Como una fórmula de equivalencia, muchos sustantivos podrían reemplazar aquello que acompaña a Ricardo y dar, como resultado, un título que de alguna manera resume la película de Schroeder. La amistad, sobre todas las cosas, parece ser aquello que prima en la obra: se ama a los amigos, se cuida de ellos, se les ofrece arroz, naranja y manzanas, y se comparte el amor por el arte con ellos. Pero también puede pensar la amistad no en una dimensión humana, sino en una dimensión más cercana a lo estético y lo sensible. Ricardo Carvallo es pintor, profesor de arte e historia del arte, pero sobre todo amigo de los muertos. Posee el don de un nigromante, mantiene una profunda relación con aquellos antepasados que lo inspiran –con especial cariño a Velázquez–, habla con sus referentes, los interpela y los revive al contar sus anécdotas, al apreciar y analizar con detenimiento sus obras. Schroeder nos invita a la cocina, a la habitación, a los talleres y espacios lejanos de la naturaleza, a escuchar con atención dispuesta y a ver con una mirada capaz de tocar. Ambos amigos, director de cine y pintor, encarnan el proceso de pensamiento peripatético, a cada paso que dan dejan el rastro de sus ideas. Al mirar con atención el proceso creativo de Carvallo, que crea sus últimas obras en una serie de pequeños paneles, de pequeños mosaicos, es fácil ver su cercanía con el proceso cinematográfico. La obra no se acaba con la última pincelada, por el contrario, se completa sólo meses después en el taller, en el que los mosaicos se ensamblan para formar una imagen completa. Sus partes, como los rushes de una película, son permutables y cobran sentido sólo después de moverlos, de jugar con ellos hasta que resultan en una obra que se asume acabada. Schroeder se aventura a filmar al artista y al proceso creativo. Es una película que dedica gran parte del tiempo a contemplar la manera en que Carvallo pinta una gruta a las orillas de una costa francesa. En el núcleo de la película se encuentra una pregunta sobre la esencia del proceso creativo, que con la pintura parece ser inmediato y por tanto explícito, como lo creyó Clouzot al filmar a Picasso: “Para saber lo que ocurre en la mente de un pintor, sólo tenemos que seguir sus manos”. Sin embargo, como afirma Guillermo G. Peydró, “Lo esencial de la creación artística es infilmable. El cineasta no puede acceder al lugar de la mente del artista en el que tiene lugar la conexión inesperada de intuiciones, de ideas y formas, de posibilidades de relato.” No obstante, la película parece reconocer que aquello no es posible capturarlo y, aun así, insiste en seguir filmando para revelar un sentido del arte en el quehacer incesante y en la enseñanza. Se hace amistad con el arte al hablar de él, al conocerlo profundamente y al invitar a otras generaciones a conocerlo.
Valle de Aburrá, Antioquia