El tercer largometraje de Ted Fendt se aleja de su universo masculino de Filadelfia que tanto lo había caracterizado para adentrarse en una soñolienta excursión por Nueva York, Viena y Berlín, donde sus protagonistas son mujeres jóvenes a quienes se les va reconociendo y construyendo a partir de su aburrimiento y ocio, siempre vistos desde una mirada cálida hacia estas mujeres que van descubriendo una nueva etapa de su vida a la cual podemos llamar espacio liminal.

Sucediendo bajo una lógica de montaje impregnado de una apatía melancólica, vemos a la protagonista Daniela en una transición entre espacios y tiempos donde se siente el peso de los días y las estaciones a la vez. Del mismo modo, las imágenes de Fendt quedan en plena transición entre una lógica de ficción y documental, entre el apego a la concreción de escenas individuales y las elipsis que hacen del tiempo una brecha permanente. En Outside Noise hay influencias de Dan Sallitt, Hong Sang-soo y Angela Schanelec, estas son claras en la forma de entender la interacción femenina y una sensibilidad distintiva que orienta al film hacia una cuestión generacional: la cosmovisión de personajes treintañeros que se descubren atrapados en una fase liminal que parece no tener fin y que le da a la obra de Fendt una nueva capa, aunque mantiene ciertos elementos característicos de su humor absurdo e incómodo que ha caracterizado su etapa de cortometrajes. 

Hay algunas preguntas que recorren el film, ¿qué hacemos con esos días de nuestra vidas que pasan indolentes y limitados a la esperanza de que el siguiente sea uno mejor? O bien, ¿qué hacemos con ese ruido exterior que nos demanda convertirnos en adultos pero que no nos ayuda hacia ese rito definitivo de paso a la adultez? La película en sí parece una respuesta a ese hilo de días intrascendentes que se hacen hermosos a partir de la simpleza del paso del tiempo.