Uno reconoce la anécdota, como la de un tío que viene de tierras lejanas con objetos exóticos y la boca envalentonada de historias, e igual se escucha con asombro, dejándose migajas de devoción en cada repetición, anhelando que la historia en su aliteración permita entrever el detalle insólito, una nueva calle, un amor frugal o que se termine de dibujar un paisaje que quedó inconcluso. Eso pienso al ver la película del documentalista y pedagogo portugués Jorge de Carvalho, Ospina Cali Colombia, donde entrevista al mítico crítico, cineasta, director de cineclubes, montajista, productor, director de festivales de cine, suerte de hidra de oficios, el caleño Luis Ospina. Uno conoce el periplo de uno de los fundadores del antológico Grupo de Cali, sus años rebeldes en la Universidad de Cine de California, el nacimiento de Ojo al cine, el telúrico impacto en nuestras retinas famélicas de sismos y arrojos al ver atónitas Pura sangre o Agarrando pueblo –junto al sobrenatural y precipitado Carlos Mayolo–, sus textos abrasadores de amor y estudios críticos de la obra de Nicholas Ray o Fassbinder –otro agente sísmico y precipitado que nos agitaba en la oscuridad de las salas de cine–, sus documentales sobre la vida y obra de Andrés Caicedo, precipitado, pasional y telúrico también como Mayolo, Fassbinder o una descarga salsera. Ospina, con la efigie de un poeta menguante, el Ray de Relámpago sobre el agua, le habla a Carvalho, metido en una artificiosa jungla en medio de la ciudad de Lisboa, del recuento anecdotario, de la reflexión cinematográfica, de Colombia y su historia, una suerte de bailoteo entre ráfagas de plomo y noches en vela en terrazas adoquinadas con música de Henry Fiol. El tío Ospina surca el bardo y emerge como fantasma de años viejos pasados para dejar en el aire las anécdotas que ya conocemos pero que siempre consiguen dejarnos con la boca abierta mientras guardamos para nosotros, en nuestros adentros, devociones de encontrar en los silencios de dichos testimonios lo que anhelábamos testificar cuando Luis aún estaba con nosotros.