A veces el concepto mismo de juventud comprende la necesidad constante de escapar, de provocar incendios y emprender la huída sin saber muy bien por qué ni hacia dónde. On the Go presenta un viaje impredecible que no se detiene, que se moldea en el camino y una deriva atropellada por la búsqueda personal de cada personaje, por la irrupción de situaciones disparatadas y por el incesante tránsito emocional de quienes van al volante. Milagros busca ser fecundada justo en el margen de la edad ideal para concebir, sin atender un anhelo de maternidad o familia tradicional y pensando únicamente en el sueño propio de ser madre sin importar los medios. Jhonathan, por su parte, navega en la marea queer de relaciones casuales como refugio a sus traumas de infancia. La meta de devolver una sirena al mar le da el impulso inicial a este viaje: los personajes navegan por un devenir fantástico e improbable, magistralmente musicalizado por una mezcla de composiciones andaluzas, pero profundamente estimulante y experiencial. La intimidad compartida entre este círculo de viajantes se resignifica continuamente, la desnudez en un contexto distinto al erótico da cuenta de una complicidad transgresora. Libre y espontánea, sobre la amistad y deseo, la película elabora con soltura un homenaje a Corridas de alegría (1982), del mítico Gonzalo García-Pelayo, manteniendo un espíritu andaluz indomable e irreverente.