Cinemancia Festival

O Dia que Te Conheci / El día que te conocí

O Dia que Te Conheci / El día que te conocí

Año:

2023

Duración:

71′ Min

País:

Brasil

Idioma:

Portugués

Director:

André Novais Oliveira

Productores:

Thiago Macêdo Correia

André Novais Oliveira

Elenco principal:

Renato Novaes

Grace Passô

Norberto Novais Oliveira

Stan Alban

Kelly Crifer

Guionista:

André Novais Oliveira

Director de fotografía:

Ronaldo Dimer

Montaje:

André Novais Oliveira

Sonido:

Tiago Bello

Horarios

Fecha/HoraTeatroCiudad
Lunes 9 de septiembre | 8:00 p.m.Teatro OtraparteEnvigado
Martes 10 de septiembre | 4:30 p.m.Cinemas Procinal Las AméricasMedellín

Director:

André Novais Oliveira

André Novais Oliveira (Brasil, 1984) es cineasta y socio de la productora Filmes de Plástico. Sus películas han sido seleccionadas en festivales como Cannes, Locarno, Rotterdam, Belfort, Torino y Montreal, entre muchos otros. Actualmente es uno de los nombres más reconocidos del cine brasileño.

Esta película se proyecta con:

Kaalkapje/ Baldilocks, de Marthe Peters

Sinopsis

Sinopsis

Zeca intenta madrugar todos los días para llegar al colegio del pueblo vecino donde trabaja como bibliotecario. Despertarse temprano es cada vez más difícil: algo le impide mantener esta rutina. Un día Zeca conoce a Luisa

Reflexión

Reflexión

Reflexión

Reflexión

Levantarse de la cama e iniciar el día “a tiempo” es un problema para Zeca, protagonista falsamente rudo y aturdido de la película. Al principio se le ve haciendo esfuerzos –risibles y titánicos– para que la vida continúe interesándole. Al final, apelando a la hermosa hondura de “la ligereza”, aquellos esfuerzos serán recompensados. Después de todo, el día bien vale la pena iniciarlo, aprovecharlo. La nueva película de André Novais Oliveira se concentra con una precisión afectiva y material (es una feliz mezcla de contención temporal –el ciclo de un día– con el desafío a la elucubración del espectador) en los ineludibles actos de la existencia: el primero de ellos, el más importante, es el cambio entre  estados: de estar dormido a estar despierto. El segundo, más visible que el anterior, quizás más enérgico, tan mecánico como libre de todas las cadenas, es caminar. Caminar también puede ser avanzar, también cansar y llegar. Todo eso le interesa a Novais. Como consecuencia de filmar lo fundamental que hace un cuerpo, la película también es sobre lo más ordinario: tomar pastillas, andar en bus o en carro, levantarse a tiempo –con o sin alarma–… Sin embargo, esta lista de cosas corrientes está paradójicamente rechazada en el título, que supone lo extraordinario. Se instaura entonces una sensación: nada de lo que vemos puede ser referido bajo la sombra del terreno de lo habitual. Acá lo que vemos es un hombre en aprietos que va de lado a lado. Camina, corre y espera. La confusión de este afán diario, siempre truncado y siempre en vano, se pierde cuando le ofrecen viajar en carro –reemplazando la aceleración por las palabras–. Ahora que no hay que llegar “a tiempo” a ninguna parte, las palabras son confesión, desahogo, materia prima de creación para un vínculo inédito. Y, no lo sabemos todavía, son gestos preliminares de la experiencia romántica. Las señales del amor cambian todo el tiempo. En esta película tienen que ver con la disposición para leer una prescripción médica del otro. En lo que dice (o no) ese documento aparece el relámpago de la pasión y el embellecimiento del rostro que se mira con atención. Se trata de una idea melodramática muy contemporánea. El amor se puede cifrar en lo que refiere al azar del trabajo (¡de hacerlo o dejar de hacerlo, pero siempre el trabajo!), en la cantidad de sueño que un cuerpo resiste –o no–, en la pereza, en el hambre, y en los registros de las intimidades mayores, más grandes y más secretas. “También tengo que confesarte que tomo pastillas para la depresión”, le dice ella a él. De una tranquilidad especial, de un amor que no se apaga y que cuando aparece no es por la primera mirada ni por el primer temblor, mínima apenas en los personajes que invita a habitar en sus planos (diríamos que, sin referencia a las variaciones en las posibilidades de vinculación entre amantes, es decididamente una película de dos que tiene unos cuantos planos de tres), esta película advierte que quizás lo genial del cine de hoy se encuentra en la capacidad de mirar con suficiente entusiasmo la magnitud concreta de un viaje en carro, de una salida y una entrada al baño, y, lo que es más importante, de la apenas inusitada y mínima suposición de que basta con eso para que la vida cambie. Por otra parte, todo este entusiasmo no deja de ser extraño. Antes de un primer feliz desayuno, la película filma un pie profusamente ensangrentado…

PABLO ROLDÁN

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