26′ Min
Sarajevo
Colombia
Bosnio
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Jerónimo Atehortúa
Jeronimo Atehortúa Arteaga
Juan Lugo
Vanessa Ruiz
Uzudin Bajrovic
Vladimir Kajevic
Jerónimo Atehortúa Arteaga
Juan Sebastián Mora
Sonia Ariza
Stijn Bouma
Jerónimo Atehortúa Arteaga
Juan Sebastián Mora
Diana Martínez
José Delgadillo
Fecha/Hora | Teatro | Ciudad |
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Miércoles 11 de septiembre | 7:00 p.m. | Casa Municipal de la Cultura de Caldas | Caldas |
Director de cine. Nació en Medellín. Es egresado de La Universidad del Cine (Argentina) y MFA de film.factory de la Sarajevo Film Academy (Bosnia y Herzegovina) programa dirigido por Béla Tarr. Durante varios años se desempeñó como crítico de cine diversos medios especializados. En 2020 publicó su libro Los cines por venir.
Jota, un fotógrafo colombiano que vive en Sarajevo en un exilio autoimpuesto, prepara su primera exposición fotográfica: una instalación en la que intenta explorar las similitudes y, sobre todo, diferencias entre las guerras de los Balcanes y el conflicto armado colombiano.
La película de Jerónimo Atehortúa recuerda a la rabiosa y desoladora prosa de Rodrigo Rey Rosa en Que me maten si…: aquel impulso coral donde varios personajes rozaban el andamiaje necropolítico de una Guatemala brutal después de los diálogos de paz de 1996. Los personajes de Rey Rosa desaparecían en un laberinto de ejecuciones con una naturalidad pasmosa. Jota, el fotógrafo colombiano radicado en Sarajevo de Las ruinas, me recuerda un poco a Emilia, la militante desencantada de izquierdas de la novela de Rey Rosa que quiere destapar una serie de crímenes cometidos por militares con la ayuda de un escritor inglés que esconde micrófonos y recolecta testimonios con su red acústica; hay algo inminente, sórdido y, al mismo tiempo, ingenuo en el comportamiento de Emilia, como si intentará fungir de una especie de John Reed, y es que tanto la heroína, posteriormente desaparecida, de Rey Rosa como Jota en Las ruinas con su discurso de hilar la guerra en Bosnia con el conflicto armado colombiano presentan un cierto patetismo que sobrepasa la fábula de la que se aferran para hilar la narrativa que teje sus procederes, ya sean estéticos o meramente denunciativos. La película de Atehortúa se levanta en tejer un dispositivo alrededor de su protagonista para confrontarlo: el mismo soporte fragmentario hace colisionar su discurso curatorial en la muestra fotográfica con la narrativa de las imágenes de archivo del conflicto bosnio permitiendo que el discurso de la película se erija como una ruina y, a través de la fisura de la misma, puedan surgir las grandes preguntas. Esta coalición de discursos y de tropos visuales la encontramos también ensamblada de manera formidable en el cine de Luis López Carrasco sólo que, acá en Las ruinas, está al servicio de un videoensayo que se vuelve especulación poética epistolar, una donde Marx y Rey Rosa, Jude o Mograbi, pueden pastar. Donde, en su ebullición sintomática, el cine mismo es un instante donde filmar no es ir en búsqueda de una certeza sino entrar en las fauces de un animal putrefacto, como Jota, al final, en su fantasmática presencia digital, cuando intenta ingresar a un túnel mientras se desfigura la imagen, así como se desfigura la presunción de asir un discurso que erija dos guerras, de asir la guerra, de asir las causas de la misma, de asir una estética y finalmente de así la imposibilidad misma de asir.
Valle de Aburrá, Antioquia