2018
63′ Min
Colombia
Español
Camilla Rodríguez Triana
Heka Films y Le Fresnoy, Studio National des Arts Contemporains
Álvaro Barros, Jaime Orozco, Jorge Gacía, Amanda Olave, Sandra Carvajal
Camilla Rodríguez Triana
Camila Rodríguez Triana
Juan David Velásquez.
Felipe Guerrero
Camila Rodríguez Triana
Clément Decaudin
Fecha/Hora | Teatro | Ciudad |
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Sábado 2 de septiembre | 7:30 p.m. | Libros Antimateria | Medellín |
Camila Rodriguez Triana (Cali, 1985) Cineasta y artista visual. Vive en Francia y filma entre Colombia y Francia. Cercana a la expresión documental, su trabajo se explora y funciona tanto en una sala de cine como en un espacio museístico. Se graduó como comunicadora social de la Facultad de Artes Integradas en la Universidad del Valle. Tiene una Maestría en Cine y Arte Contemporáneo de Le Fresnoy – Studio National des Arts Contemporains. Su cine presta una atención felizmente especial al mundo del sonido y los estímulos auditivos. Sus trabajos cinematográficos se han exhibido en grandes e importantes festivales. Trabaja sobre temas como la herencia, las raíces, la familia, el origen perdido y el origen recobrado, el viaje y los tránsitos (físicos y espirituales).
Esta película está basada en la historia de Marcos, una persona que vive un trastorno de identidad como consecuencia del conflicto armado de Colombia, por el cual tuvo que cambiar su identidad tres veces. En la casa de su madre, Marcos encuentra objetos que lo llevan a un mundo donde sus recuerdos, temores y los fantasmas de aquellos hombres que fue en distintos momentos de su vida lo confrontan.
Son varios los sentidos que al principio fluctúan en la superficie de las imágenes de En cenizas (2018): la culpa, el pasado inmutable, el contorno de una pesadilla, un trozo de amarga distopía, las formas de la locura. La película está basada en la historia real de un hombre que, debido a su pasado como combatiente de la guerrilla, se ve obligado a asumir otras identidades para ocultarse de los agentes del Estado y del movimiento armado al que pertenecía. En la obra, las imágenes parecen ser la combinación de la mente de las identidades del protagonista, que a veces se separan en galerías, en planos independientes; otras vece, se combinan, se traslapan, se encuentran para hacer tambalear la cordura, la tranquilidad de la contemplación. Los planos, de belleza pictórica, nos conducen por la conciencia de estos hombres, que son uno o tres o ninguno. El misterio los atraviesa, atraviesa toda la obra. ¿A quién le pertenecen las voces del pasado, los murmullos políticos de una revolución desde la radio, los versos de Neruda, el polvo y la ceniza que acumula el tiempo, el dolor de una madre? ¿Dónde está el presente, que parece fugarse por las grietas? Adivinamos, sin embargo, de entre esa especie de laberinto, el clamor que irradian las imágenes, el de esa esquizofrenia que el conflicto armado siembra en las conciencias, incluso en el fluctuar de los cuerpos que gravitan entre la sombra y la luz, en las formas que encuentran para mimetizarse en la realidad, en los rincones que escogen para ocultarse. Se percibe también una reconciliación con el pasado (los pasados), que poco a poco va tomando una forma, un momento en el tiempo, y con ello la posibilidad de asir las pocas raíces que aún perduran y se agitan desde el ayer. Con esta película, Camila Rodríguez Triana nos reta a sentir, a conducir las imágenes a nuestra propia conciencia y revisar cómo esa misma realidad que a todos nos toca ha alterado también algo en nosotros.
Valle de Aburrá, Antioquia