2023
27′ Min
Francia
Colombia
Español
Antonio Quintana Romero
Antonio Quintana Romero
María Claudia Romero
Claudia Cortés
Victoria Yaksic
Elodie Alreira
La Olimpo Films
Amparo Morales
Rosa María Morales
Sofía Rebeca Natale
Victoria Caro
Próspero Morales
Antonio Quintana Romero
David Londoño
Sara Londoño
Alejandro Jaramillo
Fecha/Hora | Teatro | Ciudad |
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Domingo 3 de septiembre | 5:00 p.m. | Auditorio Casa de la Cultura de Caldas | Caldas |
Lunes 4 de septiembre | 5:00 p.m. | Parque Cultural y Ambiental Otraparte | Envigado |
Antonio Quintana Romero (Bogotá, 1999). Escribe, co-produce y dirige Aguacero (2022). Su guión gana la convocatoria Jeunes sortis d’écoles del Centro Nacional de Cine francés. Con sus películas busca hacer preguntas sobre la vocación del cine para crear poesía a partir del encuentro entre imágenes representativas de una realidad dada y sonidos ajenos a la misma. La exploración de las singularidades plásticas de diferentes soportes de captación de imagen, y la composición de una pista sonora enteramente post-sincronizada, constituyen el eje central de su propuesta cinematográfica, en la que el cine es entendido como una experiencia sensorial y afectiva antes que intelectual o narrativa.
No es fácil saber dónde queda esa casa. Se sabe que ahí viven dos hermanas. Uno diría que han estado ahí desde siempre. Y que la casa desaparecerá junto con ellas. La lluvia suele darle otra cara a las casas, otra luz. A esa la hace ver más antigua, más honda, como si la hubieran construido con el mundo. Allá llueve seguido. Lo que hay allá son puras nubes, esas hermanas y sus muertos.
En 1929 Ralph Steiner filma H2O, un corto que se engolosina de manera hipnótica con las formas que puede tomar el agua, sus ondulaciones, su fluir natural, los múltiples contornos que emana, y esos reflejos que, al danzar, renuevan su pacto con el cambio eterno. Antonio Quintana también se engolosina con el agua, pero, en Aguacero, su obsesión se encarna en el sonido de esta. No porque no le importe la imagen, sino porque magnífica su sonido explorando y explotando sus cualidades y alcances. El agua en Quintana se vuelve paradójica: aunque la escuchamos en constante movimiento, nos encierra, nos confina en un espacio, en una casa habitada por dos mujeres y sus fantasmas. Porque la casa en la que habitan se ofrece como un lugar fuera del tiempo. Un espacio al que llegamos siguiendo unas risas que nos invitan a adentrarnos en lo desconocido de forma lúdica, como en una leyenda olvidada. Adentro de este espacio, no será solamente el sonido del agua el que nos cautive –en las dos acepciones de la palabra–, sino que El sonido en general convivirá con cada imagen, dialogará con ellas para construir sensaciones. Una cuidada simbiosis configura una experiencia que nos envuelve. En esta casa poco importa la lógica o el entendimiento, porque lo que prima es la posibilidad de deambular por los espacios, los recuerdos, los sueños, los intersticios que se abren y nos permiten asistir a un baile entre un hombre mayor y una pequeña niña, el íntimo momento de un baño al lado de una fuente, y compartir, en el momento en el que el misterio se multiplica y nos rendimos frente a él, una epifanía en la que una niña es iluminada por los colores de un vitral.
Valle de Aburrá, Antioquia