Trigos

Trigos

Año:

1941

Duración:

19′ Min

País:

Colombia

Idioma:

Textos en español

Dirección y realización :

Enrique Uribe White

Música:

Isaac G. L.

Nicolás Munévar Miranda

Horarios

Fecha/HoraTeatroCiudad
Miércoles 17 de septiembre | 5:00 p.m.Centro Colombo Americano - Sede centro. Sala 1 Medellín

Direccción:

Enrique Uribe White

(Tuluá, 1898 – Bogotá – 1983), el célebre y polifacético intelectual colombiano, fue un hombre que practicó a lo largo de su vida una extensa y muy diversa variedad de ocupaciones. Se sabe que White fue, además de ingeniero, un apasionado astrónomo y poeta, traductor y ensayista, navegante y fotógrafo, dibujante y editor. A lo largo de su vida fue el ingeniero en jefe de la carretera Popayán-Pasto en el gobierno de Olaya Herrera, fue el director de la Biblioteca Nacional de Colombia en el gobierno de López Pumarejo, fue el creador y único editor de PAN (1935-1940), la afamada revista cultural, y fue también, durante los tiempos de Rojas Pinilla, el protagonista del pionero programa televisivo Este Mundo Maravilloso, uno de los primeros segmentos educativos y culturales de la televisión pública colombiana. A esta lista, sin embargo, debe agregarse una nueva y desconocida faceta del intelectual: la de cineasta.

Sinopsis

Sinopsis

Una película sobre la siembra y cosecha del trigo en el altiplano cundiboyacense. Entr intertítulos bíblicos y escenas pastoriles, emerge un poema bucólico sobre el trabajo agrícola, los ritmos de la tierra y la vida campesina.

Reflexión

Reflexión

Reflexión

Reflexión

Enrique Uribe White propicia una conversación entre los versículos del Antiguo Testamento y el altiplano cundiboyacense. No se trata de un duelo ni de una lección, sino de un susurro que atraviesa el campo de trigo y de la lectura que hace una mujer. El mundo pasa, pero el trigo permanece. Los niños juegan cerca, crecen, desaparecen. Las manos siembran, las máquinas llegan, el sol golpea los tallos, y el trigo, como si no escuchara, se yergue, sereno y triunfante. El tiempo sucede a su alrededor como el agua sobre la piedra: lo pule, lo nombra, pero no lo transforma. Es un diálogo sin voces. Una mujer hojea la Biblia mientras las espigas se curvan apenas, como si saludaran. La raíz se jala con fuerza, con decisión. Es un gesto firme que no parece violento, sino antiguo; como todo aquí: los surcos, las camisas, los rostros, las promesas. El campo se convierte en un libro sagrado, y el cuerpo en una página donde se inscribe la plegaria. Las manos buscan a Dios cuando el trigo se alza hacia el cielo. El trigo lo sabe: ha visto pasar a los hombres, los ha visto envejecer, irse de las mesas, y acompañarlos hasta la tumba. El trigo es pan, cama, sombra, casa y Dios. Hay una infancia que también crece con el trigo. Un niño mira. Una niña se ríe. No se nombran, pero existen. Y entonces, la máquina: su rugido irrumpe y llena el aire. La tierra vibra. El sonido cambia. Todo se agita. Pero el trigo sigue allí. Más que testigo, es médium. Se escucha y se lee. Se comprende sin decir. Esta película es, más que nada, una ofrenda a la memoria. Un ejercicio de eternidad hacia el grano. No pretende resolver nada: se limita a mostrar. A dejar que los días respiren y el clima suceda sin pena ni apuro. No enseña, pero revela. Deja espacio. Conecta con el vacío de las espigas que se mueven sin parecer de este mundo.

LAURA CAMILA RAMÍREZ
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