La secuencia inicial muestra la preparación de un plato de cereales con una cantidad casi obscena de azúcar que adelanta lo que representa The Rabbit Hunt: el exceso frente a la precariedad. La película, además, plantea una doble supervivencia: por un lado la de los conejos que escapan de las llamas de los campos de azúcar y, por otro lado, la relación que sostienen con la vida los habitantes de Pahokee al arriesgarse a ser atropellados frente a las máquinas cosechadoras para atrapar a los conejos. The Rabbit Hunt sigue a Chris y a su familia en la caza de conejos, a través de hermosos planos amplios de los campos que se intercalan con una sensación frenética y ligeramente claustrofóbica de la caza en medio de los campos en llamas. Aunque el trasfondo del film genera cierta polémica, la cual está asociada a la caza como tal y la violencia que se imprime en esta, la justificación de esta actividad a partir de la necesidad económica parece ser suficiente, aunque queda una sensación agridulce por la forma en la cual se realiza, lo cual no quita el gran trabajo de seguimiento de Bresnan y Lucas acercando su cámara a través de esa precariedad y de, ante todo, filmar una realidad sin juzgarla, complementada con las escenas donde la familia del protagonista degusta lo que parece una comida exquisita, y que deja de lado la categoría del exceso que surgía durante la caza.