Esta película croata de Juraj Lerotic (actor de la película junto a Goran Marković) es una revelación. En ella, entre otras cosas, existe cierta conexión con el nuevo cine rumano. La película de Lerotic trata el tema, aún tabú, del suicidio y de las políticas de salud pública en los hospitales de Zagreb. Alejándose de panfletarias denuncias y maniqueístas construcciones en sus personajes, tanto el mismo Lerotic, Marković y el personaje de la madre (brillante Snježana Sinovčić), nos sumergen en una pesadilla cocinada a fuego lento, profundamente desgarradora por lo que grita el encuadre más allá de sus bordes. El protagonista Bruno, que intenta salvar a su hermano de sus tendencias suicidas, es una de las estampas del festival, un desconcierto continuo que la mirada retiene. Los protagonistas de Safe Place (2022) están en estado gaseoso, apenas se enuncian como un frágil vapor, se mueven como suspiros entre los corredores de las clínicas y los despachos de las comisarías, diligencian y diligencian formas al tiempo que sus rasgos se desvanecen, y es que asistir al transcurrir del metraje de esta película es literalmente exponerse a contemplar cómo la muerte hace su trabajo.