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Rêve de Gotokuji par un premier mai sans lune / Sueño de Gotokuji por un primero de mayo sin luna

Rêve de Gotokuji par un premier mai sans lune / Sueño de Gotokuji por un primero de mayo sin luna

Año:

2020

Duración:

46′ Min

País:

Francia / Japón

Idioma:

Francés / Japonés

 

Director:

Natacha Thiéry

Productores:

Natacha Thiéry

Guionista:

Natacha Thiéry

Director de fotografía:

Natacha Thiéry

Montaje:

Natacha Thiéry

Sonido:

Natacha Thiéry

Horarios

Fecha/HoraTeatroCiudad
Viernes 2 de septiembre | 2:00 p.m.Casa de la Cultura Miguel Uribe RestrepoEnvigado
Viernes 9 de septiembre | 5:00 p.m.Casa de la Cultura La BarquereñaSabaneta

Directora:

Natacha Thiéry

Natacha Thiéry. Profesora e investigadora de cine en la Universidad de Picardie-Jules Verne (Amiens) y directora de cine. Regularmente, organiza presentaciones de películas y debates en cines, festivales o cinematecas en Francia. Es autora de los libros Lubitsch, las voces del deseo. 1932-1946 y Fotogenia del deseo. Michael Powell y Emeric Pressburger, 1946-1950.

Esta película se proyecta con 

Un usage de la mer (Una tradición del mar), de Fabrizio Polpettini

Sinopsis

Sinopsis

Por primera vez en 80 años, el Día del Trabajo 2020 se vive en confinamiento, en todo el mundo. Envío una carta cinematográfica desde París a un amigo que vive en Tokio cuando se va a acabar abril de 2020, justo ante del Día del Trabajo. Las dos capitales se encuentran en estado de emergencia sanitaria a causa del virus Covid-19. A medida que se acerca el Día del Trabajo de 2020, el recuerdo del Día del Trabajo de 2018 en Tokio volvió a mí en un sueño. Describo lo que soy capaz de detectar de París, cuyos habitantes están confinados y vigilados, día y noche. Al mismo tiempo, vuelven impresiones de 2018 en Tokio, impresiones del cincuentenario del Día del Trabajo de 1968, desde la marcha al templo Gotokuji hasta un encuentro inolvidable, un golpe de suerte.

Reflexión

Reflexión

Reflexión

Reflexión

El film es un encuentro con el espíritu de Chris Marker. ¿Es una exhumación? ¿Qué tanto aparece el influjo de Sans Soleil aquí? Mucho, sobre todo porque hay varios puntos de encuentro: una voz reflexiva como tamiz de los sucesos, el registro directo a la ca​​za de algún hecho cotidianamente sorpresivo, la posición política en torno a una concepto de urbe moderna, el nexo con Japón y las formas del ensayo fílmico. Thiéry emplea su propia voz para dirigirse en tono epistolar, desde París, a un amigo japonés en Tokio. El relato de la rutina está marcada por el contexto de aislamiento y distanciamiento social forzado por la emergencia sanitaria de la COVID-19, abordado no desde el desencanto, sino desde la confirmación de un sistema económico que colapsa. Bajo los ojos de Thiéry, aparecen diversos gestos de resistencia como los del cine La Clef, en el Barrio Latino, donde escenas de Un hombre sin rumbo (1955), aparecen proyectadas en una pared a modo de reivindicación del valor del cine clásico e independiente en estos tiempos difíciles incluso para este sector audiovisual. Paseos por parques, por calles, el registro de grafitis como marca de una ciudad que se deja escuchar, los gritos desde las letras de colectivos feministas y de trabajadores, donde los homeless parecen descartar la idea de que París está detenida. Estas imágenes de la pobreza y el desencanto neoliberal, que pide “desconfinar la mente”, es confrontada por escenas de una manifestación del 1 de mayo en Tokio, registrada en 2018. Un anciano ebrio cantando una versión de la Internacional quizás resume lo que la pandemia ha desterrado. Escenas del Templo Gotokuji, con sus maneki neko o gatos de la suerte van a evocar el deseo de recuperación de un tiempo perdido, de búsqueda de las fuerzas hacia la utopía socialista. Y es en alguno de esos paseos, que Thiéry se topa con estos espacios espontáneos y que confirman que el cambio es aún posible: registros de personas en sus terrazas en edificios multifamiliares, quienes con banderas y palmas, van conmemorando un 1 de mayo particular. “El pueblo unido jamás será vencido”, la famosa canción combativa compuesta por el músico chileno Sergio Ortega irrumpe a todo volumen para simbolizar la continuidad de las luchas y la dispersión de fronteras.

MÓNICA DELGADO

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