2023
21′ Min
Polonia
Sin diálogos
Ewelina Rosińska
Ewelina Rosinska
Roxana Richters
Janina Mokrzycka
Władysław Mokrzycki
Ewelina Rosińska
Ewelina Rosińska
Ewelina Rosińska
Ewelina Rosińska, Jan Pasemann
| Fecha/Hora | Teatro | Ciudad |
|---|---|---|
| Martes 16 de septiembre | 3:00 p.m. | La Capilla del Claustro Comfama | Medellín |
| Jueves 18 de septiembre | 6:00 p.m. | Teatro Otraparte - Parque Cultural y Ambiental Otraparte | Envigado |
Nació en Polonia. Tiene una maestría en Historia del Arte y reside entre Alemania y Portugal. Entre 2013 y 2022 estudió en la Academia Alemana de Cine y Televisión de Berlín (dffb), donde formó parte del Taller Bolex de Ute Aurand y colaboró en diversos proyectos cinematográficos con sus compañeros de clases. Sus películas se proyectaron en el DOCS de Varsovia, el Festival de Cine Punto de Vista de Pamplona, el Festival Courtisane de Gante, el Festival Internacional de Cine de Rotterdam, en el Museo de la Fotografía de Charleroi y en el Museo de la Imagen en Movimiento de Nueva York. Su película “Ashes by Name is Man” ganó el premio al Mejor EXiS 2023 en el Festival de Cine y Vídeo Experimental EXiS de Seúl y fue nominada al Premio alemán de cortometraje 2023. En 2024, recibió una beca del Senado de Alemania para artistas de la imagen en movimiento. Su reciente película Piedras inestables se estrenó en el festival internacional de cine Doc Lisboa 2024, seguido del estreno internacional en CPH:DOX, New:Vision Competition 2025. Piedras inestables fue nominada al premio Doc Alliance. Ewelina Rosińska fue asistente de dirección en la película Arthur & Diana (Competencia Central Cinemancia 2024).
Esta película se proyecta con

Leí en los escritos de un pintor que, para él, el paisaje polaco parece atraer constantemente nuestra mirada al suelo, haciéndonos mirar no más allá del horizonte, sino bajo nuestros pies, a los huesos enterrados bajo cada nuevo paso. La película oscila entre un retrato de mis abuelos octogenarios y mi visión de los elementos e imágenes de la narrativa nacional-católica en el paisaje polaco. El título está tomado de un tablón de anuncios de una iglesia en Nowa Grobla, en Roztocze. En el centro de mis exploraciones se encuentra la imponente cordillera de Roztocze, mientras que Cracovia y Lviv delimitan la zona donde filmé.


Hablar del cine de Ewelina Rosinska es también hablar de la vida en su total plenitud. La muerte, lo pasajero, lo sublime, lo sutil logra ser capturado por unos ojos curiosos y sensibles. La curiosidad es justamente un paso en el camino de la exploración: en este cortometraje se nos presenta una obra que ignora cualquier estructura o lógica ya antes constituida dentro del lenguaje cinematográfico y se da rienda suelta al juego y la experimentación. No existen diálogos o personajes relevantes que nos marquen una pauta o una línea que nos guíe en un relato o historia, en cambio, lo que vemos en pantalla es la vida misma suceder. Por supuesto, como en toda obra, hay preguntas y fijaciones particulares que podemos encontrar en la mirada de la autora, así como cualquier persona que sale a dar una caminada dentro de un parque se fija en unas cosas sobre otras. Hay, por momentos, una mirada que se posa en las maneras y las formas del catolicismo, en los sonidos de los murmullos que dejan salir las ancianas al recitar sus oraciones, en el coro reverberado en las iglesias, o en el conteo interminable de los rosarios. Lo mismo sucede con la naturaleza, ese ente sublime y al mismo tiempo indiferente, donde logramos apreciar tanto el movimiento y la vigorosidad como la quietud de un cuerpo sin vida situado en un campo abierto. El cine de Ewelina Rosińska es genuino y logra, como pocas y pocos realizadores, transmitirnos esa misma sensación de encantamiento y fascinación que, creemos, porque no podría ser de otra forma, habita en ella. Todo esto a través del juego en el montaje: no solo en la unión de instantes y fragmentos de la vida (es en este punto donde también ella se convierte en practicante de la labor curatorial), sino también en las formas de construcción, en la mezcla entre el blanco y negro y el color, en las propuestas traviesas que involucran la repetición de secuencias y en los mismos cambios de un plano a otro; hay un diálogo activo y constante mediado, ya no por la palabra, sino por las sensaciones y las emociones. Este cortometraje puede ser tomado como un tributo a la existencia, pero no aquella marcada por la épica y lo extraordinario, sino hacia la que se vive entre los cielos, bosques, hogares e iglesias, la de los paseos de domingo donde las preocupaciones habituales no tienen cabida y se abre un espacio de tiempo para la apreciación y la participación en la conversación perpetua entre lo terrenal y lo espiritual.
Valle de Aburrá, Antioquia