2015
15′ Min
Canadá
Francés
Olivier Godin
Laurent Allaire
Olivier Godin
Mani Soleymanlou
Annie Darisse
Éric Boulianne
Olivier Godin
Alexandre Larose
Théodore Goodwin
Ana Tapia Rousiouk
Stéphane Calce
| Fecha/Hora | Teatro | Ciudad |
|---|---|---|
| Miércoles 17 de septiembre | 4:30 p.m. | Centro Colombo Americano - Sede centro - Sala 2 | Medellín |
Olivier Godin es director de cine. Ha dirigido numerosos cortometrajes y largometrajes. Estudió cine en la Universidad Ahuntsic (en Montreal) y en la Universidad Concordia. También es crítico de cine y colabora periódicamente con la revista “Hors Champ”. En 2014, se presentó una primera retrospectiva de su obra en la Cinémathèque Québécoise. Trabajando con medios modestos y con un espíritu decididamente artesanal, busca lo poético en lo banal, lo épico en lo obsceno, lo romántico en lo ridículo. Milagrosamente, a veces recibe premios y becas. Varios de sus cortometrajes han recibido galardones en el Festival du Nouveau Cinéma y el Premio CALQ. Gracias a presupuestos reducidos y a su compromiso con la narrativa y la cinematografía artesanal, en estas películas encontramos cuchillos y espadas, ocasionalmente alguna pistola, saxofones y trompetas. En resumen, ¡aventuras! Muy atento a los registros del color y la luz, como si el propósito de cada nueva película fuera abrir por dentro un color, el carácter de su cine se concentra, por intensidad y acumulación, en una vertiginosa devoción por las palabras. La agilidad que presenta es tanto lumínica como verbal. Con una especial erudición hacia el cine que trabaja con precisión y cariño la palabra, lo artesanal, lo que es fuertemente insólito y por eso mismo gracioso, cruel o dramático, Godin trabaja sobre una región de tradición precisa. Vemos, y es un placer enorme hacerlo, que ha aprendido a hacer cine viendo cine, concentrado en la materia de otros cineastas. Su mundo, original y desabrochado de cualquier restricción, donde es inútil discernir entre la máscara y la carne, la trascendencia y lo profano, consiste en saber dejarse ir y en sentir con la máxima de las dedicaciones.

Mike hará una llamada. Lise contestará. Esta noche, a través de una romántica oda al cine de Kōji Wakamatsu y los pechos de una mujer madura, una conversación tierna y frágil conducirá con la enorme gloria de un amor floreciente. Espectadores, prepárense para ver un amante engañado y para el humor negro.


“A veces el pensamiento parece tener que abrirse camino por incontables barreras, hasta proponerse y ser escuchado”
Las armas secretas, Julio Cortázar
Una vela apagada y un intertítulo en el que se lee “Una pesadilla en dos actos” abren el tierno y atrevido cortometraje de Oliver Godin. En el primer acto, dos personajes edifican, a través de palabras torpes, un universo para darle forma al flujo de pensamiento y formar un vínculo genuino. Me parece que los gestos humorísticos de Godin pueden atraparnos cuando nos detenemos en la introducción del corto. Por un lado, la vela apagada ya nos denota una ausencia de claridad de la que seremos testigos. Un espacio que necesita ser iluminado por otro. El término “pesadilla” en el intertítulo nos habla de una inquietud angustiosa en medio de un ensueño. Creo que la clave está en la palabra inquietud: zozobra marcada por la falta de luz. A esto le siguen planos sin personajes; espacios vacíos. Y, después, otro título: “Primer acto”, dos personajes aparecen y conversan con una voz omnisciente para decidir si llamarse entre ellos o no. Aquí Godin empieza a construir una sutil historia de amor que apenas empieza, o, más bien, que los personajes quieren comenzar. Por eso, su falta de claridad a la hora hablar y, por lo mismo, la pesadilla. El ingenio de Godin se encuentra en cómo traduce el deseo de crear un vínculo a lo concreto. Esa traducción es, precisamente, conjurar la palabra para expresar lo interior. Superpone imágenes, usa el montaje de una película de Wakamatsu y nos deja ser testigos de una intimidad que grita por una forma concreta. En el segundo acto, la idea del vínculo se mantiene. Pero, esta vez, es entre el hombre y un, sospecho, amigo de él. Entre ellos, lo interesante es el idioma. El no poder entenderse. Una ironía desbordada de palabras, diluirse cuando el vínculo no logra forjar un lenguaje. Quedan en silencio. Un bombillo se ilumina. Solo una cosa es completamente clara: Godin ha hecho una película que celebra la palabra.
Valle de Aburrá, Antioquia