2023
80′ Min
Argentina
Español
María Aparicio
Ana Apontes
Rodrigo Guerrero
María Aparicio
Eva Bianco
Ramiro Sonzini
Pablo Limarzi
Paula Lussi
Malena León
Guadalupe Gómez
Milagros López Rearte
María Aparicio
Ezequiel Salinas
Ramiro Sonzini
Federico Disandro
Fecha/Hora | Teatro | Ciudad |
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Sábado 7 de septiembre | 5:00 p.m. | La Capilla del Claustro Comfama | Medellín |
Domingo 8 de septiembre | 7:00 p.m. | Cinemas Procinal Las Américas | Medellín |
Cineasta y docente. Las Calles (2016) es su primera película como directora, seguida por Sobre las nubes (2022) –también selección Cinemancia– y Las cosas indefinidas (2023). Las mismas fueron exhibidas en muestras y festivales internacionales obteniendo diversos reconocimientos entre los que se destacan el premio a Mejor Dirección por Las Calles en el 18° BAFICI, los premios a Mejor Película por Sobre las nubes en el 24° Festival Internacional de cine de Jeonju, 37° Mar del Plata y 29° FICValdivia, y el premio a Mejor Dirección en el 61° Festival internacional de Cine de Gijón.
Eva se dedica a editar películas. Mientras trabaja junto a su asistente Rami en un largometraje sobre personas con ceguera, parece haber perdido el entusiasmo por el cine. A esto se suma la reciente muerte de su amigo Juan, un director de cine cuyas películas ella editaba.
Hilda Hilst, en su poemario La balada de Alzira, escribe sobre el dolor inconsolable y describe el límite que muchas veces uno puede topar cuando intenta brindarle apoyo a alguien que sufre de una pena: “Brilló un miedo incontenible / en tu rostro luminoso. / Y tu amor se resguardó / silencioso. / Quise esconder mis dedos / en tus cabellos de pena / pero tu pena era grande / para perderse en mi gesto. / Ahora el amor es inútil / y es inútil mi consuelo. / Estamos solos. / Entre tu amor / y mi caricia, / aquel cansado mundo de certezas”. La voluntad de querer aliviar el dolor causado por la muerte no basta. No existe una guía para enfrentar el duelo y a veces lo más sensato pueda ser reconocer la brecha insondable entre el deseo de acompañar y la pena inconsolable. Sin embargo, no quisiera dar a entender que en la película de Aparicio lo que se asoma es un acercamiento amargo y gélido al duelo, que es la pena de la que ella se ocupa. Por el contrario, hay un trabajo que nace del cuidado y el silencio. Eva, protagonista –y homónimo de la gran actriz que la interpreta, Eva Bianco– atraviesa momentos y etapas de un duelo doble: perder la pasión por su trabajo –ser montajista–, y el duelo por la muerte de su amigo Juan, director de cine con quien había trabajado toda la vida. Lo que logra Aparicio es trazar los contornos incompletos del dolor que no tiene forma. Hay algo que se extravía entre las certezas y el dominio de un trabajo, de un arte, pero que sólo el azar es capaz de recuperar. En esta película no se trata de dar una definición clara a lo inefable, de definir aquello que se escapa y fijar en los límites de la imagen, o del lenguaje oral, ideas fijas y concretas sobre las emociones. Es por esto que vuelven a mí las palabras de Hilst, ya que la película parece mostrar lo inútil del consuelo e insiste en que, aunque la tranquilidad no brota de las palabras de aliento, hay otros caminos que conducen al consuelo. De allí nace la certeza de que hay penas y emociones que se escapan de los límites y las herramientas que tenemos para definirlas y que la posibilidad de cambio puede ser lenta, silenciosa, misteriosa: estar oculta en lo inesperado, o quizá en el otro.
Valle de Aburrá, Antioquia