Irlande cahier bleu

Irlande cahier bleu

Año:

2023

Duración:

82′ Min

País:

Canadá

Idioma:

Francés

Director:

Olivier Godin

Productores:

Amélie Tremblay

Olivier Godin

Elenco principal:

Emery Habwineza

Florence Blain Mbaye

Étienne Pilon

Ève Duranceau

Jean-Marc Dalpé

Stéphane Crête

François Simon Poirier

Philomène Lévesque-Rainville

Guionista:

Olivier Godin

Director de fotografía:

Renaud Després-Larose

Montaje:

Olivier Godin

Sonido:

Samuel Gagnon-Thibodeau

Devin Ashton-Beaucage

Horarios

Fecha/HoraTeatroCiudad
Viernes 12 de septiembre | 4:30 p.m. Centro Colombo Americano - Sede centro - Sala 2 Medellín
Viernes 19 de septiembre | 5:00 p.m. La Capilla del Claustro ComfamaMedellín

Director:

Olivier Godin

Olivier Godin es director de cine. Ha dirigido numerosos cortometrajes y largometrajes. Estudió cine en la Universidad Ahuntsic (en Montreal) y en la Universidad Concordia. También es crítico de cine y colabora periódicamente con la revista “Hors Champ”. En 2014, se presentó una primera retrospectiva de su obra en la Cinémathèque Québécoise. Trabajando con medios modestos y con un espíritu decididamente artesanal, busca lo poético en lo banal, lo épico en lo obsceno, lo romántico en lo ridículo. Milagrosamente, a veces recibe premios y becas. Varios de sus cortometrajes han recibido galardones en el Festival du Nouveau Cinéma y el Premio CALQ. Gracias a presupuestos reducidos y a su compromiso con la narrativa y la cinematografía artesanal, en estas películas encontramos cuchillos y espadas, ocasionalmente alguna pistola, saxofones y trompetas. En resumen, ¡aventuras! Muy atento a los registros del color y la luz, como si el propósito de cada nueva película fuera abrir por dentro un color, el carácter de su cine se concentra, por intensidad y acumulación, en una vertiginosa devoción por las palabras. La agilidad que presenta es tanto lumínica como verbal. Con una especial erudición hacia el cine que trabaja con precisión y cariño la palabra, lo artesanal, lo que es fuertemente insólito y por eso mismo gracioso, cruel o dramático, Godin trabaja sobre una región de tradición precisa. Vemos, y es un placer enorme hacerlo, que ha aprendido a hacer cine viendo cine, concentrado en la materia de otros cineastas. Su mundo, original y desabrochado de cualquier restricción, donde es inútil discernir entre la máscara y la carne, la trascendencia y lo profano, consiste en saber dejarse ir y en sentir con la máxima de las dedicaciones.

Sinopsis

Sinopsis

Bombero anacrónico, poeta cotidiano y experto en sopas, Ducarmel también juega en una liga competitiva de baloncesto. Solo hay un problema con sus aficiones: encontrar una niñera que cuide a su hija. Además, cuando se queda dormido por la noche, sueña con demasiada intensidad. En su extraño mundo de sueños, reina un cautivador libro azul, el amor acecha, y él es el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos.

Reflexión

Reflexión

Reflexión

Reflexión

En el mundo de Godin el sueño puede ser tan intenso, superar lo febril y ser tan decididamente alegre y palpable, que fácilmente deja su condición de sueño y, una vez combinado con la vida diurna y despierta, se vuelve irreconocible. El protagonista de la película, siempre sonriente, es un bombero, juega cuando puede baloncesto y escribe, sin querer hacerlo pero sólo así le sale, poesía en forma de informes, correos, mensajes de texto y notas prácticas para no olvidar las tareas domésticas. Es decir, vive y escribe poéticamente. Tan aferrado está a esa actitud que, incluso el día que pierde su trabajo, es capaz de sonreír y mantener el buen humor. Aunque tiene esas dos ocupaciones –además de ser padre– nunca lo vemos hacer alguna (sí que lo vemos ser padre). No apaga incendios y no juega baloncesto porque no puede encontrar alguna persona que cuide a su hija durante el tiempo que dura el partido. No lo vemos jugar pero sabemos que nadie juega mejor que él. Sus compañeros más devotos a la competencia así lo dicen. Es el jugador determinante para ganar partidos. Lo que sí vemos que hace es dormir, mejor dicho, soñar. El estilo de Godin, libre y emancipado, adicto a la belleza del color y al poder de la expresión sutil contrastada con la velocidad de la expresividad que hay siempre en una queja o una decepción, funciona como pista, puntos que se unen. Incluso puntos imposibles. En la siempre inesperada unión de esos puntos hay un inmenso placer. Los puntos-unión de esta película son una lámpara perdida, el alcoholismo de Dudamel, un libro (cahier) azul (bleu) encontrado, un vinilo especial, papas para hacer sopa. También, con veloces paralelismos verbales, un hombre reforma su vida: el destino de esos muchos cambios lo obligan a dejar de considerar sus días en la balanza de buenas y malas noticias. La película, deportiva y poética al mismo tiempo (¡¿cómo es eso posible?!), presenta el baloncesto que conocemos y uno nuevo, extraterreste, con reglas confusas, que se juega quieto: un juego de fuerzas mentales. De invención intergaláctica, el funcionamiento de la película es un raro y estimulante acuerdo entre el gran disparate y la máxima ternura. Entre los sueños y la poesía, es una película sobre una hermosa leyenda enigmática: la cofradía secreta de un club de baloncesto exclusivo para mujeres embarazadas. También es una película emplumada: el disco de la banda sonora de Kes –una otra película de pájaros– adquiere cierto protagonismo ensoñador. Por temor a una falsa catástrofe, hay películas que huyen de la digresión, esta, en cambio, anima su propio sonido fantasmal, ampliando cada rincón de posibilidades dispuestas para un plano. Acá se cumple aquello que decía Daney: “El cine es el feeling del próximo momento, el arte de leer los signos (la superstición), la práctica de la bifurcación (…), libertad de movimiento”. 

PABLO ROLDÁN

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