2017
85′ Min
Colombia
Español
Camilla Rodríguez Triana
Heka Films y Les Films du Balibari
Jhoana Luna, Juan Pablo Pardo, Libardo Serna, Alba Lucía Cardona, Norbey Figueroa
Camilla Rodríguez Triana
Fredy Sarria Martos
Felipe Guerrero
Josefina Rodríguez, Felipe Rayo, Cesar Torres y Daniel Prieto
Fecha/Hora | Teatro | Ciudad |
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Domingo 3 de septiembre | 4:30 p.m. | Centro Colombo Americano | Medellín |
Martes 5 de septiembre | 3:00 p.m. | Parque Cultural y Ambiental Otraparte | Envigado |
Camila Rodriguez Triana (Cali, 1985) Cineasta y artista visual. Vive en Francia y filma entre Colombia y Francia. Cercana a la expresión documental, su trabajo se explora y funciona tanto en una sala de cine como en un espacio museístico. Se graduó como comunicadora social de la Facultad de Artes Integradas en la Universidad del Valle. Tiene una Maestría en Cine y Arte Contemporáneo de Le Fresnoy – Studio National des Arts Contemporains. Su cine presta una atención felizmente especial al mundo del sonido y los estímulos auditivos. Sus trabajos cinematográficos se han exhibido en grandes e importantes festivales. Trabaja sobre temas como la herencia, las raíces, la familia, el origen perdido y el origen recobrado, el viaje y los tránsitos (físicos y espirituales).
Colombia, Cali, centro de la ciudad. Una habitación modesta de una pensión austera. Diferentes personas pasan por esta habitación con sus experiencias, dolores, amores y, por un período de tiempo, descansan allí, compartiendo con nosotros parte de lo que son. En sus gestos y conversaciones, podemos intuir sus sentimientos y sus experiencias. Esta película vive en la frontera entre el documental y la ficción, donde con el retrato de un espacio real y las ficciones de las personas que lo habitan, crea un reflejo de una sociedad dura, donde el amor, la vida y la belleza, pero también la muerte, brillarán.
“El deterioro, pienso ahora, es una instancia superior de la materia porque quiere decir que algo floreció en ella. Sólo aquello que dio fruto se pudre”
La encomienda, Margarita García Robayo
Cuatro paredes. No son muy altas. La pintura es de unos colores marchitos: el blanco parece amarillo y el azul se vuelve gris. La pared está llena de manchas. Hay pedazos sin pintura. De una cuerda está suspendido el ventilador. No parece muy fuerte; da la sensación de que en cualquier momento puede caer. A un lado está la cama. Ocupa casi toda el área. El lugar es tan chiquito que el desgaste ya no se puede disimular. Una habitación moribunda que insiste en seguir existiendo. Este es el escenario de Interior (2017). Una habitación desgastada, pero nunca sola. Siempre hay personas: madres y sus hijos, una pareja de ancianos, la mujer que cuida a su padre, un joven enojado, una mujer que le hace trenzas a otra o un anciano que baila solo. El lugar existe, precisamente, gracias a los inquilinos. La huella de cada uno es partícipe en la supervivencia de la habitación. Interior es una galería. Los retratos son su rutina, su intimidad. El encuentro entre la habitación y su cotidianidad crea un marco. Cada huésped es un retrato único. Rodríguez Triana nos invita a ser espectadores de unas realidades heterogéneas de personas que moldean el espacio bajo sus propias subjetividades. El acto de verlos es una forma de permitir su enunciación. En Interior, las acciones y los silencios de cada personaje tejen una intimidad, así sea de pocos minutos, entre nosotros –los espías–, y ellos –los observados–.
Valle de Aburrá, Antioquia