La directora belga Liesbeth de Ceulaer regresa a Cinemancia con su segundo largometraje, Holgut, después de pasar por algunos de los festivales de cine documental más prestigiosos del mundo, como Visions du Réel, de Suiza, o el CPH:DOX, de Dinamarca. Holgut transcurre en el vasto desierto de Yakutian, el desierto más septentrional del mundo, un asidero de dunas espectrales donde el permafrost ruso se descongela haciendo emerger fósiles paquidérmicos. En estos parajes al límite, dos cazadores, Roman y su hermano menor Kyym, le siguen la pista a una extraña especie de alce mientras Semyon, un científico, busca, entre el permafrost derretido y los fósiles, una célula viable de Mamut siberiano con la esperanza de clonar al animal extinto. De Ceulaer no elabora un ensayo cientificista ni se limita a observar los desplazamientos particulares de unos individuos bajo unas condiciones hostiles, prefiere, bajo el torrente de sus imágenes envolventes, servir de vínculo mutable entre el frágil flujo semiótico de lo humano y lo no-humano, como si fuera una figura diplomática del cosmos. En Holgut la vida comienza a extinguirse mientras los minerales y los sedimentos murmullan. Su cine es una mirada desantropomorfizada que permite la percepción del tiempo como una ensoñación desoladora. Cazadores y científicos nómadas pisan suelos que se deshacen ante sus ojos en busca de especies mitológicas, tanto ellos como el alce y el mamut son etéreas ofrendas a los ojos inertes del tiempo.