Cinemancia Festival

FIRST TIME [The Time for All but Sunset – VIOLET] / PRIMERA VEZ [El tiempo para todo menos el atardecer – VIOLETA]

FIRST TIME [The Time for All but Sunset – VIOLET] / PRIMERA VEZ [El tiempo para todo menos el atardecer – VIOLETA]

Año:

2021

Duración:

50′ Min

País:

Alemania

Idioma:

Sin diálogos

Director:

Nicolaas Schmidt

Productores:

Anne Döring y Nicolaas Schmidt

Elenco principal:

Aaron Hilmer y Fynn Grossmann

Guionista:

Nicolaas Schmidt

Director de fotografía:

Julia Lohmann, Nicolaas Schmidt


Montaje:

Nicolaas Schmidt

Sonido:

Roland Musolff, Ray Juster

Música

Iason Roumkos

 

 

Horarios

Fecha/HoraTeatroCiudad
Sábado 3 de septiembre | 5:00 p.m.Centro Colombo Americano - Sala 1Medellín
Domingo 4 de septiembre | 6:00 p.m.Parque Cultural y Ambiental OtraparteEnvigado
Viernes 9 de septiembre | 7:00 p.m.Teatro Comfama Alfonso MorenoMedellín

Director:

Nicolaas Schmidt

Nicolaas Schmidt (1979). Es un cineasta, videísta y artista conceptual de Hamburgo, Alemania. Estudio en la Academia de Artes de Hamburgo (HFBK). Sus trabajos se han exhibido en distintos festivales internacionales. Desde el 2018 trabaja en la oficina artística «Doppelte Unendlichkeit» (Doble Infinito) con Anne Döring.


Esta película se proyecta con:
How Do You Measure a Year (¿Cómo mides un año?), de Jay Rosenblatt.

Sinopsis

Sinopsis

Escuchamos música y vamos por nuestro camino. Vemos las cosas y el mundo de manera diferente, de modo que no siempre se repita lo mismo una y otra vez. Buscamos que no haya repetición sino mejoría. Dos chicos se conocen en el metro. Algo evoluciona, no mucho pero, al mismo tiempo, todo. Disfrutan de un paseo en carrusel durante la Hora Dorada. Esta es una película musical de sensaciones compartidas.

Reflexión

Reflexión

Reflexión

Reflexión

Presentada por el propio Nicolaas Schmidt como una music-movie, la película sostiene su promesa: no tiene diálogos pero sí mucha música. Mentiras, hay un diálogo audible. Un personaje le dice al otro “Nice shirt” y se abre ahí mismo el volcán del amor, confirmando la certeza de una atracción. Dividida en cuatro grandes momentos o cuatro actos, cada uno sostiene la categoría del enigma y, por extensión, en cada plano cualquier cosa puede pasar. Sin embargo, la predilección acá no es por el misterio sino por otra cosa tres veces más reacia a las palabras. Se abre la película con la canción First Time, de Robin Beck, mientras varios comerciales de Coca-cola se dan paso uno después de otro. Esas imágenes dan cuenta de, en la ruta que propone la canción, las primeras burbujas de la atracción y del amor. En esos comerciales, donde el mundo aparece a brochazos rígidos, el gesto del amor deviene mueca, exageración y alarde. Todo lo que vendrá después es algo así como una revancha a esas primeras imágenes. First Time tiene dentro la gestualidad completa del amor, de esa atracción particular que nace a primera vista, de esa ligera vibración que ataca el cuerpo y fulmina la respiración cuando se cruza con una cara hermosa. A diferencia del lenguaje-gaseosa, esta glosa de gestos y desarmonías del cuerpo se nos muestra silenciosa, diminuta, todo el tiempo deseando pasar desatendida. Así como Schmidt filma dos posibles amantes, filma también la energía secreta de una ciudad, concretamente de un sistema de transporte público. En este caso, el metro de Hamburgo. Como se pliega tan bien a la arquitectura de los espacios públicos, podríamos decir que la película es un gran y literal tête à tête entre pasajeros del metro. Gracias a la disposición de las sillas, los ciudadanos se pueden enamorar. Sin primeros planos, es una película sobre los rostros, concretamente sobre los ojos, pues todo el tiempo la pregunta que está en el aire es cómo esconder la mirada pero continuar mirando. Y esa es pues la pregunta con la que nace el amor. Así como el método de Schmidt es el método de sus protagonistas, es decir, el parecer desinteresado y desatento, algo difícil de señalar con total certeza pasa en la película y en lo que revela, expande o dice, la aparición de ciertos afiches publicitarios que se ven dentro y fuera del metro, en las paredes de las estaciones. La cercanía de esas dos miradas, de esos cuerpos que, incómodos pero animados por una posible o imaginaria historia de amor, tratan de estirarse un poco, de no permanecer tan quietos, de continuar con normalidad comiendo una kit-kat o tomando Coca-cola, esas dos cercanías construyen una experiencia que para el espectador se va a parecer también a un amor a primera vista.

PABLO ROLDÁN FERNÁNDEZ

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