2023
100′ Min
Colombia
Español
Camilla Rodríguez Triana
Felipe Guerrero
Gema Juárez Allen
Carlos Esteban Valderrama Miguel Antonio Zanguña
Natalia Cortés Rocha
Celina Arcos de Rosero
Camilla Rodríguez Triana
Constanza Sandoval
Felipe Guerrero
Roberta Ainstein
César Salazar
Fecha/Hora | Teatro | Ciudad |
---|---|---|
Viernes 1 de septiembre | 7:30 p.m. | Centro Colombo Americano | Medellín |
Domingo 3 de septiembre | 6:30 p.m. | Teatro Caribe | Itagüí |
Camila Rodriguez Triana (Cali, 1985) Cineasta y artista visual. Vive en Francia y filma entre Colombia y Francia. Cercana a la expresión documental, su trabajo se explora y funciona tanto en una sala de cine como en un espacio museístico. Se graduó como comunicadora social de la Facultad de Artes Integradas en la Universidad del Valle. Tiene una Maestría en Cine y Arte Contemporáneo de Le Fresnoy – Studio National des Arts Contemporains. Su cine presta una atención felizmente especial al mundo del sonido y los estímulos auditivos. Sus trabajos cinematográficos se han exhibido en grandes e importantes festivales. Trabaja sobre temas como la herencia, las raíces, la familia, el origen perdido y el origen recobrado, el viaje y los tránsitos (físicos y espirituales).
Rocío vuelva a su pueblo natal a reencontrarse con su madre a quien creía muerta hace años. Una historia de amor maternal que intenta recomponerse en medio de una atmósfera de tensión y zozobra que invade nuevamente sus vidas.
La guerra le arrebata todo a las personas, hasta el lenguaje. Esto lo confirma Rocío, que vuelve a su pueblo natal después de muchos años, pues creía que su madre, Alba, estaba muerta. Sin embargo, al volver la encuentra, aunque el mutismo la consumió. Aquello que las palabras no alcanzan a decir, lo dicen las manos: Alba, en soledad, acaricia la foto de su esposo asesinado, palpa la ausencia de su pareja; sus manos se vuelven azadones que aran la tierra y excavan en sus profundidades para encontrar los restos de su marido. Alba le enseñó a Rocío a tejer. Rocío acaricia los telares que la unen a su madre, y que, a su vez, aseguraron su modo de subsistencia lejos de su tierra natal, mientras que su madre, en los momentos de absoluta fragilidad y miedo, acaricia los cabellos de su hija como su estuviera estirando los largos hilos negros de un telar. La violencia, que dejó una cicatriz profunda en la vida de Alba, se precipita sobre Rocío. Volver parece un castigo. El hogar, rodeado de la naturaleza, parece ser el único refugio contra la violencia. Aunque no haya palabras para expresar el miedo, las caricias y el canto están ahí para volver a tensar los hilos que antes las unían. Rocío susurra, cual pájaro, la canción que su madre le grabó de niña. Los trinos de las distintas aves abundan en el paisaje sonoro de esta película, como una presencia constante que parece oponerse a la violencia de la región. Así como el canto, madre e hija se enfrentan, solitarias, al espacio que las rodea; ninguna cede a los embates de la situación, de manera tácita sus cuerpos se resisten.
Valle de Aburrá, Antioquia