A Dal pianeta degli umani le interesan los lugares fronterizos. Puntos de encuentro entre varias orientaciones, sentidos e intenciones. Espacios de cambios, de control y de hostilidades. El documental de ensayo entreteje varios  de estos en una villa abandonada y opulenta de Ventimigilia: la frontera entre Francia e Italia, entre pasado y presente, entre fábula y realidad. Cioni, en calidad de autor y narrador, desde los intertítulos iniciales, salta despreocupadamente de un lado al otro de la débil y arbitraria línea de todas estas fronteras: en aquel tiempo, que es nuestro tiempo, esto es una fábula, una historia verdadera que nunca pasó. Libremente se pasea por los caminos del pensamiento audiovisual en una serie de digresiones y de errancias que, aunque descentradas, muestran bajo una nueva luz los lindes que les preocupan.

En el cruce de todas las fronteras se encuentra el personaje del médico hebreo Serge Volonoff, quien se hiciera famoso por sus xenotransplantes en aras de la eterna juventud. En la búsqueda de transgredir y restablecer las fronteras entre lo humano y lo animal y entre la vida y la muerte, hizo su fortuna, para después hallarse cercado por la infranqueable frontera de su ascendencia hebrea trazada por el Axis. Cercano a los conquistadores que buscaron la fuente de la eterna juventud, Volonoff se encuentra ineludiblemente reducido a los límites de su momento histórico.

La villa ruinosa de Ventimiglia se concibió para ser el testimonio material de las riquezas de Volonoff, pero con el tiempo no pudo eludir ser testimonio de otros pasos. El jardín fabuloso con vista a la Riviera contiene lo que no quiere ser visto; un camino riesgoso y cotidianamente mortífero que los migrantes emprenden para escapar de la muerte. En sus rastros, el pasado y el presente se confrontan: refugiados de Eritrea (otrora colonia del Reino de Italia) ahora recorren las huellas de los judíos y partisanos que escapaban del Fascismo. 

Varias fronteras se sobreponen en un cuadro opaco. Por más imaginarias que parezcan algunas, como la sencilla curva que separa a Italia de Francia en Ventimiglia, las fronteras con su peso han descendido sobre la vida. Las vidas han sido partidas y con su ensayo Cioni se dedica a contemplar el corte.