2023
101′ Min
Portugal
Portugués
Susana Nobre
Tiago Hespanha
Luisa Homem
João Matos
Susana Nobre
Leonor Noivo
Pedro Pinho
Laura Afonso
Paula Bárcia
Raquel Castro
Sara de Castro
Paula Só
Susana Nobre
Paulo Menezes
Martial Salomon
Tomé Palmeirim
João Gazua
Fecha/Hora | Teatro | Ciudad |
---|---|---|
Sábado 7 de septiembre | 3:00 p.m. | Teatro Otraparte | Envigado |
Viernes 13 de septiembre | 4:30 p.m. | Cinemas Procinal Las Américas | Medellín |
Licenciada en Ciencias da Comunicación por la Universidad Nova de Lisboa. Hizo un curso de Realización de Cine con la colaboración de la The London Film School, en el ámbito del Programa de Creatividad y Creación Artística de la Fundación Calouste Gulbenkian. Pertenece a la productora Terratreme desde 2006 donde realizó, entre otros, los filmes No Táxi do Jack (2021) y Tempo Comum (2018). Sus filmes se han exhibido en numerosos festivales internacionales como la Berlinale (Fórum), Cannes (Quinzaine Des Réalisateurs), IFFR Rotterdam, Angers, Viennale, Vila del Conde, Montevideo, Rio de Janeiro. También trabajó en la producción de filmes de realizadores como João Rosas, Basil da Cunha y Pedro Peralta, entre otros.
Cuando su madre muere, Helena, de 40 años, ahora tiene tiempo para sí misma después de años de cuidar a su familia. Trabaja en una productora cinematográfica, baila ruidosamente, se emborracha. Es una película tranquila sobre dejar ir que se transforma en una historia sobre la llegada a la mediana edad
Cuando la muerte de un familiar cercano ocurre, sin importar lo súbita o lo esperada que esta fuera, recuerdo las palabras dichas en el libro de las Lamentaciones: “¿Hay dolor como mi dolor?”. Pareciera que la muerte trae otra clase de olvido, no es el de la persona que dejó de estar, sino de la forma en que se sentía el dolor. Toda experiencia negativa previa parece borrarse y dar paso a un dolor que parece inconmensurable y único. Parece tan particular y desconocido que por la misma razón parece inconsolable. Ese dolor lo hace a uno extraño entre lo familiar, temeroso de los otros y desconfiado de los recuerdos, que paradójicamente se sienten intensos y difusos, nítidos y traicioneros. Este es el doloroso y complejo camino que recorre Helena en Cidade Rabat. La muerte de su madre, que da pie a este relato de intimidad y silencio, la enfrenta a la búsqueda de consuelo en distintas personas y espacios: el trabajo, un amante pasajero, su hija, el alcohol. Nada se vive en exceso, todo se hace con mesura y cuidado, con un estoicismo que para algunos será excesivo, o que para otros podrá ser leído como estupefacción. Helena sigue un férreo código de comportamiento que parece estar dominado por la pena o la vergüenza, donde mostrar exceso de emociones ante la muerte es perder dominio sobre sí mismo. Lo maravilloso de compartir este proceso de dolor desde la distancia y el silencio que le son propias al espectador de cine es asomarse desde lo lejano, desde el zaguán, al único momento de vulnerabilidad. Y, además, descubrir que, en el proceso, Helena encuentra la posibilidad de hacer su duelo cuando dispone su tiempo y su vida a escuchar a los otros, a trabajar por y junto con ellos. La pena no deja de ser inconsolable. Sin embargo, aquello que queda es la posibilidad de pensar que con el duelo se convive, que el dolor por la muerte “no se soluciona” o “se supera”, por el contrario, se carga en lo cotidiano, se asoma en los momentos de vulnerabilidad, pero también se enfrenta y se controla cuando se está abierto y atento a sentir con los demás, a sentir y actuar en lo colectivo.
Valle de Aburrá, Antioquia