En su libro sobre la relación de los sujetos queer con el cine de terror, Harry Benshoff define la homosexualidad como monstruosa porque representa para la heterosexualidad obligatoria una serie de miedos y ansiedades. La homosexualidad se reconoce como una amenaza para el individuo, los demás, la comunidad y la cultura misma. Según Benshoff, “los conceptos de ‘monstruo’ y ‘homosexual’ comparten muchas cargas semánticas y desencadenan muchos de los mismos temores sobre el sexo y la muerte”. El principal mérito de “Canto dos Ossos” es comprender cómo el sexo, la muerte, la monstruosidad y los deseos disidentes están conectados y, más que eso, se contaminan. En su sinopsis, “Canto dos Ossos” ya establece su alianza con la monstruosidad, definiendo a sus protagonistas como “dos monstruos amigos”. Estas figuras queer llevan algo vampírico –aunque la película no está interesada en definir ningún tipo de identidad, ya sea de género, sexualidad o monstruosidad–y las escenas en las que devoran la sangre de sus víctimas/amantes se revuelcan sin contemplaciones en el perverso placer de retratar la muerte como acto sexual. Celebrando la monstruosidad por encima de los valores maniqueos del bien contra el mal, la película de Jorge Polo y Petrus de Bairros adquiere un poderoso discurso político.