2024
40′ Min
España
Vasco, Español
Maddi Barber
Marina Lameiro
Marina Lameiro
Maddi Barber
Marina Lameiro
Maddi Barber
Marina Lameiro
Maddi Barber
Marina Lameiro
Maddi Barber
Oriol Campi
Iosu Gonzalez
Fecha/Hora | Teatro | Ciudad |
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Domingo 8 de septiembre | 6:30 p.m. | Auditorio Casa Cultura | Barbosa |
Lunes 9 de septiembre | 5:00 p.m. | Casa Municipal de la Cultura de Caldas | Caldas |
Maddi Barber
Estudió comunicación audiovisual en la Universidad del País Vasco e hizo un máster de antropología visual en la Universidad de Manchester. Su trabajo se ha mostrado en festivales como Visions du Réel (Nyon), San Sebastián (Zabaltegi, Donostia), Curtocircuito (Santiago), FidMarseille (Marseille), Open City (Londres), Reykjavik Film Festival (Reykjavik), Documenta Madrid (Madrid), entre otros. En este momento participa en la residencia Ikusmira Berriak de Tabakalera, donde se encuentra desarrollando el largometraje de ficción Claros del bosque.
Marina Lameiro
Cineasta y productora. Se licencia en Comunicación Audiovisual por la URJC y realiza el máster en Documental de Creación del IDEC-UPF y el Postgrado en Montaje Audiovisual de la misma universidad. Formó parte del Collaborative Studio (CoLab) de UnionDocs en la ciudad de Nueva York como artista residente. Su obra más reciente Paraíso fue estrenada internacionalmente en el festival FidMarseille y ha pasado por diferentes festivales internacionales.
Esta película se proyecta con:
Fantasy In a Concrete Jungle, de Mehedi Mostafa
Nueva esperanza, de Carlos Rentería
CAMBIUM, el estrato celular de los árboles, es una membrana cambiante que recorre el tronco y las raíces, produciendo el crecimiento. En el Pirineo Navarro una comunidad ha decidido talar un pinar para recuperar antiguos campos de cultivo y pasto de animales. Estructurada en dos tiempos, la película traza el cambio de un territorio atravesado por prácticas de violencia y cuidado a la tierra
Cámbium, en la botánica y la biología, es una capa de tejido de células meristemáticas (células que tienen una forma idéntica, equidimensional, con paredes delgadas que recorren las raíces y el tronco, que tienen la capacidad de dividirse y formar células semejantes, encargándose así del proceso de crecimiento del tronco). Esta explicación, aunque escueta y generalizada, contiene el corazón de la película: una película sobre el crecimiento, la transición, la desaparición y la resistencia. En los bosques del Valle de Arce, en Navarra, ha habido un ciclo de abandono y renovación de la tierra. En los años sesenta, luego de un abandono masivo de tierras que se usaban para cultivar, hubo un proyecto para plantar pinos y recuperar el terreno. Posteriormente, esos pinos son talados por la nueva población que llega para asentarse y dedicarse, de nuevo, a la agricultura. Las directoras aciertan, al encontrar en la recreación digital del bosque, la posibilidad de crear un espacio virtual que contenga los rasgos y los vestigios de lo real. Las imágenes de la película están intercaladas entre el registro testimonial, los juegos de niñas y niños en los bosques, y la mirada científica que crea mapas virtuales que se adelantan a la pérdida inminente. Pienso en las palabras de Andrew Ross y Peter Szendy al hablar sobre la “ecología de las imágenes” y de qué manera la película de Barber y Lameiro dialogan con estas ideas. Es evidente que la ecología ya evoca en las lectoras una idea de naturaleza, como si mencionarla inmediatamente invocara un bosque en la mente. Sin embargo, la ecología de las imágenes no sólo es una mirada directa a la naturaleza –planos de paisajes–, sino reflexiones sobre el uso de los recursos naturales, la relación entre el ser humano y el ambiente que transforma y especialmente la pregunta por la materialidad de las imágenes y de aquello que permite su creación. Como afirma Ross, las imágenes tienen su “ecología propia”, lo que lleva a pensar que cada una nos permite preguntar por su producción, distribución y uso. No es suficiente con ver un plano de la naturaleza, esto tan sólo es una imagen de la ecología. Lo revelador, aquello que las directoras logran, es oponerse a la marea proliferante de imágenes sobre el medio ambiente, que muchas veces agotan su objetivo y su impacto, para crear una obra que es la constatación de la desaparición de lo real, así como un manifiesto que se opone a la destrucción del mundo natural. La película no cede a conclusiones sencillas y lapidarias acerca del espacio. Así como mira con detalle y cuidado que la tierra que había crecido próspera y robusta luego de que los humanos se fueron, también se muestra fértil y útil para garantizar nuevas formas de comunidad y habitar. El punto pivote, aquella unión que parece dar un atisbo de armonía y esperanza, está en esos últimos planos de la siembra del territorio. Hay un hálito, un breve aliento que hace pensar en un futuro equilibrado, en un uso de la tierra equilibrado, que aprovecha aquello que le da pero que no busca su explotación.
Valle de Aburrá, Antioquia