Apollo, Man to the Moon

Apollo, Man to the Moon

Año:

1970

Duración:

28′ Min

País:

Estados Unidos, Cuba

Idioma:

Sin diálogos

Direccción:

Fernando Villaverde,

Miñuca Villaverde

Productores:

Fernando Villaverde

Miñuca Villaverde

Elenco principal:

Guion:

Fernando Villaverde,

Miñuca Villaverde

Direccion de fotografía:

Fernando Villaverde

Miñuca Villaverde

Montaje:

Fernando Villaverde

Miñuca Villaverde

Sonido:

Fernando Villaverde

Horarios

Fecha/HoraTeatroCiudad
Miércoles 17 de septiembre | 6:30 p.m.Museo Casa ConsistorialLa Estrella
Viernes 19 de septiembre | 6:30 p.m.Centro Colombo Americano - Sede centro. Sala 2 Medellín

Direccción:

Miñuca Villaverde

Miñuca Villaverde es una cineasta y escritora cubana. Trabajó como actriz y guionista en varias producciones del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), entre las cuales destacan “El parque” (1963, documental) y “Elena” (1964, ficción). Después de exiliarse en 1965, dirigió cortometrajes, vinculados a la escena del cine experimental neoyorquino. Su documental “Tent City” (1980), sobre un campamento de refugiados durante el éxodo del Mariel, es una de las obras más reconocidas del cine cubano realizado en la diáspora. Ha publicado los libros “Fue una gran fiesta” (2009, junto con Fernando Villaverde) y “Los días de la coleccionista” (2010).

Direccción:

Fernando Villaverde

Fernando Villaverde fue realizador del Instituto Cubano de Cine (ICAIC) antes de marcharse al exilio en 1965. En Cuba dirigió los cortos “El parque” y “Elena”, así como el largometraje de ficción “El mar”, cuya producción fue interrumpida por la censura. En Nueva York se vinculó a la escena de cine experimental. Entre sus libros destacan “Los labios pintados de Diderot” (Premio Letras de Oro, 1992) y “La irresistible caída del muro de Berlín” (2016).

Esta película se proyecta con

 

Blanca Putica. A Girl in Love

Tent City

To my Father

Sinopsis

Sinopsis

La vida en Nueva York, las vistas y los sonidos de sus calles y sus gentes, en la época del primer aterrizaje del hombre en la Luna. Copia restaurada y digitalizada por Filmoteca de Catalunya

Reflexión

Reflexión

Reflexión

Reflexión

Un atardecer. La cámara mira desde su ventana la silueta de Manhattan. La voz de un hombre de la radio habla del Mar de la Tranquilidad. La persona detrás de la cámara mira el paisaje de la ciudad, mientras que en la radio hablan de los desiertos lunares. La transmisión oscila, la voz del hombre se vuelve una pieza musical, la música se vuelve anuncio publicitario, el anuncio se vuelve canción de rock. El sonido de la radio sugiere un gesto de intimidad: de estación en estación podemos imaginar la mano que mueve el dial buscando una señal precisa, siguiendo un deseo sin forma. La cámara parece moverse como ese dial, buscando en la imagen la materialización de ese deseo doméstico, buscando acaso a la luna, mirando al cielo. En un punto, el montaje detiene el movimiento de esa cámara oscilante en un plano de interior. Dos personas, una niña y un hombre (¿padre e hija?), el espacio vacío entre ellos. Miran en direcciones opuestas, cada uno en los bordes laterales del cuadro, como si llevaran así ya varios minutos, guardando silencio, acaso escuchando en la radio la transmisión de la llegada del hombre a la luna o la estación de música pop. La vida cotidiana de ese interior doméstico se teje entonces con el flujo de la calle. Fernando y Miñuca Villaverde filman fragmentos de la ciudad, transeúntes, turistas, rostros, aviones en el cielo, automóviles en movimiento, gestos de la vida familiar, el interior de un apartamento, sus ventanas, los juegos de una niña. Un armado de estampas urbanas en el que se funde la vida doméstica con la vida de la calle. En ese armado, las intermitencias de la radio cumplen una función estructurante, aglutinan este cuerpo de imágenes produciendo un tenso contraste entre la proximidad íntima de su sonido ─la idea del espacio doméstico que la radio sugiere─, y la pura exterioridad de las imágenes de la calle. De tanto en tanto, el dial de la radio sintoniza de nuevo las voces que narran el alunizaje de 1969, las voces de los técnicos que dirigen la misión y que los medios retransmiten como evidencia del acontecimiento, pero son señales que se suman al flujo de sonidos de una radio intermitente. La vocación de esta obra parece ser la deriva radial, la experiencia de captar unas señales lanzadas al aire sin la certeza de que lleguen a ser oídas por alguien. La vida en la tierra sigue su rumbo cotidiano, ajena o demasiado habituada al suceso histórico. Una imagen cristaliza esa condición. De las postales del turismo nocturno en Times Square pasamos al interior del apartamento. La niña muestra a la cámara su muñeca tuerta. El sonido de la radio canaliza el ruido blanco de las telecomunicaciones, la voz de un operario que parece enunciar los datos técnicos de la misión lunar. La madre pone los pies de su hija en su regazo. “El águila ha aterrizado”, dice la radio. La madre corta las uñas de la niña con unas tijeras, luego comparten un cepillo para peinarse, luego se detienen a mirar por la ventana. El acontecimiento es emitido por los medios, publicitado en los carteles de la ciudad, pero la vida diaria de una madre y su hija prosigue inalterada, ajena. En ese instante, esta obra imprime lo histórico en la piel de lo cotidiano y lo doméstico.

SERGIO BARÓN
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