2023
93′
Colombia
Español
Catalina Villar
L’Atelier documentaire
Raphaël Pillosio
Perrenque Media Lab
Cristina Villar Rosa
María Angélica Ospina
Hugo Sotomayor
Fernando Hakim
Julia Emma Montero
Eduardo Villar
Catalina Villar
Mauricio Vidal
Yves de Peretti
Adriana Komives
César Salazar
Fecha/Hora | Teatro | Ciudad |
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Martes 10 de septiembre | 6:30 p.m. | Museo Casa Consistorial | La Estrella |
Catalina Villar, bogotana radicada en Francia, cineasta con intento de estudios en medicina por la tradición familiar y de literatura por su pasión a la escritura. Es profesora de los Ateliers Varan en París, encargada del taller de escritura documental en la Fémis. Ha participado en diferentes másteres y escuelas de cine en Cuba, España y Colombia, entre ellas la Universidad del Valle.
Al desocupar la casa de sus padres, Catalina Villar encuentra en el fondo de un cajón una antigua tarjeta de identidad con la foto de Ana Rosa, la abuela paterna de quien lo único que sabe es que fue sometida a una lobotomía a finales de los años 50. Entrevistas a prestigiosos psiquiatras, visitas familiares y archivos de diversos orígenes ponen en evidencia un memorial de coincidencias y siniestros que trascienden la tragedia privada y revelan una historia colectiva, una historia de control sobre los cuerpos de las mujeres. En una búsqueda personal,Villar repara en la estrecha relación entre psiquiatría y sociedad, provocando la revisión de una época en Colombia y, en ella, de las narrativas sobre las que se ha sostenido el gran relato de la buena familia.
“La verdad, nunca pensé en ella, o muy rara vez… porque uno no piensa en lo que no existe”. Ana Rosa es una película que filma el olvido desde el olvido mismo, no partiendo de un archivo material sino de la inexistencia de todo registro, del silencio insoportable que resguarda un episodio difuso en la historia familiar de la directora. A su regreso a Colombia, tras la muerte de sus padres, Catalina Villar se encuentra con una prueba de la existencia de una mujer completamente desdibujada en su vida, su abuela paterna Ana Rosa. Este descubrimiento la exhorta a mirar en retrospectiva para descubrir un patrón de relatos familiares que esconden un procedimiento médico sin retorno al que Ana Rosa fue sometida. A todas las palabras no dichas y los recuerdos familiares censurados se suma la historia clínica también borrada, como si el mecanismo del olvido estuviese legitimado desde todos los frentes; Catalina remueve el pasado con meticulosidad, yendo a la ciencia y la medicina para conectar el principal indicio que conoce: a Ana Rosa le hicieron una lobotomía, un procedimiento que anuló todas sus conexiones conscientes con el mundo. ¿Qué motivó esta intervención?, ¿qué posible enfermedad buscaba curar? Catalina crea un contrarrelato de la historia de su abuela que pone sobre la mesa las tensiones entre los mecanismos de control, los roles de género y el tratamiento de la salud mental de las mujeres de la segunda mitad del S.XX, añadiendo nuevos matices a una historia no documentada. La locura, en todas sus formas, colisiona con el orden social establecido, desafía lo políticamente correcto y responde a una lógica desalineada con lo que se entiende como real; la locura femenina particularmente genera consternación y espanto, el antídoto más inmediato para ella es la represión y el encierro. Las primeras conexiones que se empiezan a revelar entre las fichas médicas de las mujeres de la época con trastornos de salud mental dejan en evidencia su ocupación doméstica y el “notable daño al buen servicio” como síntoma patológico. Este diagnóstico, directamente ligado a las expectativas y conductas que recaen sobre la mujer, demuestra que la medicina históricamente ha sido también un instrumento para ejercer el poder sobre las acciones y los cuerpos femeninos; la independencia y el espíritu contestatario que empezaba a despertar en las mujeres hicieron tambalear una estructura social en la que los hombres se consideraban poseedores de sus esposas, quienes estaban ineludiblemente a su servicio. Catalina denuncia el silencio de su familia y pone al descubierto una serie de violencias psiquiátricas de una época en la que las mujeres fueron tratadas como objetos de experimentación científica, así reivindica la historia de su abuela Ana Rosa, buscando que esa decisión determinante que ella no tomó no sea el elemento que la define. El carácter siniestro de un procedimiento que provoca la desconexión del lóbulo frontal con el resto del cerebro es ineludible y significó para muchas pacientes el arrebato de su autonomía, vínculos y pasiones, buscando curar trastornos de ansiedad, depresión y manía que ahora se entienden dentro del espectro de lo común y tratable. La “patética” de Beethoven, sonata favorita de Ana Rosa para la interpretación en piano, se presenta como leitmotiv que ofrece una nueva perspectiva de aquella mujer difícil de aprehender, pero especialmente acompaña ese devenir sublime y trágico que se cierne sobre su memoria, una memoria que está fragmentada y llena de omisiones.
Valle de Aburrá, Antioquia