2023
86′ Min
Estados Unidos
Inglés
Graham Swon
Lio Sigerson
Graham Swon
Jeremy Ungar
Mustafa Uzuner
Deragh Campbell
Hannah Gross
Peter Vack
Graham Swon
Barton Cortright
Graham Swon
Matt Leibowitz
Fecha/Hora | Teatro | Ciudad |
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Viernes 6 de septiembre | 7:00 p.m. | Cinemas Procinal Las Américas | Medellín |
Domingo 8 de septiembre | 8:00 p.m. | Teatro Otraparte | Envigado |
Es productor, escritor y director. Estudió Teatro y Filosofía en la Universidad Carnegie Mellon. Ha producido películas de cineastas como Matías Piñeiro, Ted Fendt y Joanna Arnow. En 2016 fue nombrado una de las “25 caras nuevas del cine independiente” por la revista Filmmaker. En 2023 ganó el Independent Spirit John Cassavetes Award por su producción de The Cathedral, de Ricky D’Ambrose. An Evening Song (for Three Voices) es su segundo largometraje como escritor y director, luego de The World Is Full of Secrets (2018).
Película basada libremente en la historia de la escritora Barbara Newhall Follett, quien desapareció sin dejar rastro en 1939. Iowa, Estados Unidos en la década de 1930. La pareja de escritores Barbara y Richard se mudan al campo debido a la agorafobia de Barbara. Mientras Richard se gana la vida con novelas ligeras e historias pulp, Barbara ha abandonado sus ambiciones literarias. Cuando Martha se muda con ellos, se desarrolla un extraño triángulo amoroso. La película se desarrolla con una estética misteriosa y una atracción inmersiva.
Siempre se juega una película sus facultades expresivas en el momento del corte entre plano y plano, incluso cuando dicho corte está ausente. En la nueva película de Graham Swon la apuesta se dobla y casi todo lo que refiere al centro de la expresión plástica está en el cambio de una imagen a otra. Reacio al corte, Swon propone un camino más sereno, de una meditación exhaustiva y de un control legendario. Una imagen suavemente va reemplazando a la otra. En el terreno del fundido, las certezas de que una cosa es justamente esa cosa se pierden. Encima o debajo, las figuras en An Evening Song… son muchas veces múltiples. Es decir, un rostro es el sol, una ventana es un estómago, un vestido es también el agua del río, y un libro puede ser el atardecer. El movimiento en la película simula el movimiento del planeta sobre su eje. La rotación del planeta es generalmente imperceptible para nosotros: sabemos que pasa porque el día se acaba y la noche tiene, a su vez, inicio y final. La película es así: es usual no saber cuándo exactamente empieza y termina un plano, es un elemento –muchas veces lumínico– aquello que nos hace conscientes del cambio. También la película se parece a una lectura del tarot. En el fondo, lo que vemos es el careo de hombres y mujeres frente a su destino. Aceptar o no aquello que los días prometen revela el mundo íntimo de estos tres personajes, que hacen lo mejor que pueden con lo que tienen, deseando, en todo caso, poder hacer más con aquello que todavía no tienen. Como es una película sobre la inspiración para escribir novelas y poemas, Swon tiene un obsesivo cuidado con la palabra. La palabra que lee lo que se escribe y la palabra dicha que antecede cualquier cosa escrita. Con un compromiso apasionante, esta es una película de inspiración literaria. Es sobre la pasión de leer a los otros como se lee una novela. Hannah Gross, de grandes ojos y piel misteriosa, y Deragh Campbell, cubriendo siempre su agitación, son las dos mujeres que lideran, como si su misión fuera encontrar una sola palabra, la entrega de beneficios que da la auscultación por vía propia. Campbell, incluso con el rostro afectado, con nuevas escamas en la piel, averiada por dentro –ella misma se describe así–, es la máxima estrella de su propio firmamento. Hace de una mujer que, sin vacilar y sin prevención alguna, nos pregunta: “¿Te imaginas vivir toda la vida sobre el océano sin nadar jamás? ¿Y, de un momento al otro, encontrarte en las profundidades? Creo que mi corazón explotaría y colapsarían mis pulmones”. La organización general de la película presenta una indiferenciación entre escribir y hablar. Es algo bellísimo de presenciar. Por otro lado, el mundo crepuscular que está ya desde el título se hace cada vez más intenso. Al final, diremos que esta película es un mundo poblado de sombras, de ecos, de esperas. La gran desaparición que revela el relato no es muy sorpresiva pues todo tiene un aire de grito fugaz, todo parece ser filmado con una sensación ambigua que nace del miedo a morir. Pienso que lo que se siente al ver la película es lo que se siente ver –o incluso hablar con– un fantasma. La mejor línea de diálogo que despide una película está acá, y, antes que escribirla, les digo que es mejor ir a escucharla.
Valle de Aburrá, Antioquia