Cinemancia Festival

Fragmentos del cielo. El cine de Ewelina Rosińska

Publicado julio 14, 2025

Trabajo en 16mm y siempre me parecen muy impresionantes los colores que se logran y la capacidad del material para transmitir cierta luz. Creo que esta belleza, la magia del sol y la química son las principales razones de mi elección por este formato

Ewelina Rosińska

Mi práctica general es recopilar imágenes sin tener un proyecto cinematográfico específico en mente, pero hay ciertos motivos que me impulsan. Lo que ves en la película fue filmado en un estado que implica actitudes muy contradictorias, difíciles de controlar, o directamente no controlables por completo

Ewelina Rosińska

Ewelina Rosińska es una cineasta polaca formada en la Academia Alemana de Cine y Televisión de Berlín (dffb). Allí tomó una clase con la cineasta Ute Aurand que cambió su vida y su disposición creativa frente al cine y sus elementos plásticos fundacionales. Su cine tiene la forma y la escritura del diario, también de los fragmentos y de las memorias. Sus planos tienen la forma y la rapidez de los pensamientos. Aunque filma dentro y fuera de Polonia, todas su películas presentan variaciones sobre un tema esencialmente polaco: ¿qué pasa con la manera de entender la nación y el mundo después de la Segunda Guerra Mundial? Con una tradición rota, las imágenes de contrastes y paralelismos entre la naturaleza, la vida, la muerte, la visión católica del mundo y el gesto creativo reforman una visión del presente que no encuentra un lugar de comodidad y respiro en la modernidad. 

 

Su método de trabajo se basa en gran medida en la intuición, el sentido del ritmo y la fluidez. También hay un fuerte sentido de biografía en sus películas: filma su familia, sus amigos, su casa, sus viajes. Las cosas que declara más importantes tienen que ver con la proliferación de nexos entre el paisaje –vivo y muerto–, los gestos (que en su cine tienen una resonancia impresionante pues se trata de gestos espontáneos) y la extraña quietud del mundo. En esencia, investiga las cualidad de la naturaleza y la combina intuitivamente con salidas nocturnas, notas biográficas, rituales católicos y espacios de esparcimiento de la propia Rosińska y sus amigos. Eso da pie a entender sus imágenes como formas múltiples de las variaciones de pérdida y alivio que experimenta el humano (y la naturaleza) en un corto periodo de tiempo. 

 

Las películas de Ewelina Rosińska habitan el misterio de una petrificación de lo real para dar origen a una ilusión de movimientos oníricos vibrátiles. En ellas, las cosas emergen como formaciones rocosas, bóvedas de antiguos templos católicos, cadáveres de aves devorados por ciénagas o como una estatua de un Cristo penitente que en menos de un parpadeo se puede convertir en el rostro sosegado de una anciana a punto de dejar caer un libro en medio del letargo, filmada de perfil, en un plano medio corto, como una suerte de motivo de Piero della Francesca. 

 

Vemos estos planos henchidos de realidad matérica: si punzamos sus interiores y los hurgamos con el fervor de la mirada, encontramos que la materia que los origina está construida de fe y paciencia, una paciencia ceremoniosa y vulnerable al ímpetu del azar. Así se mueve Rosińska por las naturalezas muertas de sus películas, con su cámara bolex, ya sea por una playa en Portugal o frente a una ruina en su natal Polonia, filmando por uno o dos años. Nos ofrece funiculares que el sol se devora, rebosantes de espacios fugaces, presencias animales, humanas y de objetos pétreos a merced de la duración de un encuadre, dejando también grandes mesetas de silencio y vagabundeo. Estas secuencias no son huérfanas, funcionan con la lógica de una vivienda que se carga a cuestas, estas aparecen, se enclavan y podemos habitar en ellas por mucho tiempo, como se habita en  los paisajes del cine de Ute Aurand o de Helga Fanderl, alientos medulares de la puesta en escena de la cineasta polaca. 

 

Tal vez allí descansen los motivos y las ansías de traer estos gestos decisivos del mirar a esta edición de Cinemancia Festival Metropolitano de Cine. Hay algo en cómo ve las cosas Rosińska y cómo las ensambla en anhelos suspendidos de otras épocas que en estos tiempos deben experimentarse sobre todo en una sala de cine. Asistir a contemplar estas porciones de tiempo de sus imágenes cargadas de muerte y vida, de cerdos que parecen granjeros meditabundos y estatuas de santos que son más troncos tupidos con musgo. Es la apuesta, entre sublime y abrumadora, del cine de esta retrospectiva, de arrojarse al misterio del mundo como un Ícaro, olvidado por los cielos, centelleando con una cámara bolex su caída. 

 

Rosińska llega a Cinemancia para compartir con los espectadores su filosofía sobre el cine y meditar sobre los procesos creativos íntimos y heterodoxos. También será la mentora encargada de conducir las sesiones pedagógicas del Seminario de la Imagen, que se llevará a cabo en el Centro Cultural y Educativo Fundación Diego Echavarría Misas, en Itagüí.  

 

Su visita es posible gracias a la alianza entre Cinemancia Festival Metropolitano de Cine, el Instituto Cultural Alexander von Humboldt, al Instituto de Cultura, Recreación y Deporte de Itagüí y a la Alcaldía de Itagüí.

 

Ella estará presente en la proyección de todas sus películas.  Durante el Festival se podrán ver:

Erde im Mund (Tierra en la boca) (Ewelina Rosińska, 2020) – 20′

 

Popół imieniem jest człowieka (Ashes by Name is Man / Cenizas también llamadas Hombre) (Ewelina Rosińska, 2023) – 21′

 

Pedras Instáveis (Piedras inestables) (Ewelina Rosińska, 2024) – 26′

 

The Mystery of the Hobo Message (Ewelina Rosińska, 2016) – 9′

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