[sic]

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Año:

2009

Duración:

15′ Min

País:

Francia

Idioma:

Sin diálogos

Direccción:

Éric Baudelaire

Productores:

Claudia Guevara

Derek Macleod

The Mill

Elenco principal:

Higashibata Kanako

Goto Yasuka

Arakawa Osamu

Ogawa Tomomi

Ito Ayali

Muro Chigusa

Guion:

Éric Baudelaire

Direccion de fotografía:

Arisa Yuki

Montaje:

Watanabe Junko

Sonido:

Philippe Welsh

Adam Wolny

Horarios

Fecha/HoraTeatroCiudad
Domingo 14 de septiembre | 7:00 p.m.Teatro CaribeItagüí

Direccción:

Éric Baudelaire

Éric Baudelaire (1973) es un artista y cineasta afincado en París, Francia. Tras estudiar ciencias políticas, Baudelaire se establece como artista visual con una práctica basada en la investigación, incorporando la fotografía, el grabado y el vídeo. Desde 2010, el cine se ha convertido en un elemento central de su trabajo. Sus largometrajes A Flower in the Mouth, Un film dramatique, Also Known as Jihadi, Letters to Max, The Ugly one, The Anabasis of May y Fusako Shigenobu, Masao Adachi y 27 Years Without Images han circulado ampliamente en festivales de cine como Locarno, Toronto, Nueva York, FIDMarseille y Rotterdam.

Sinopsis

Sinopsis

Tras una estancia en Kioto, el cineasta francés Éric Baudelaire filma a una chica en una librería mientras practica el arte de oscurecer las imágenes (bokashi) haciendo de la película una inmersión sensorial de los límites de la mirada y de los diferentes velos ocultos que contienen los soportes de las imágenes

Reflexión

Reflexión

Reflexión

Reflexión

Ella mutila sutil y con devoción,
es una poda estética y política.

No se trata de leer, sino de intervenir las hojas del libro para borrar o modificar la fuente original. Es una particularidad que altera el libro como objeto sagrado, no desde una acción de pensamiento o notas al margen, sino la de una cuchilla que adhiere una nueva capa de censura, complacencia, novedad o provocación. En esta librería, custodiar un libro significa marcarlo con un sello ambiguo, tal vez legal o ilegal. No hay etiquetas ni códigos de barras, sino un gesto cotidiano: la librera raya, tacha y esculpe la celulosa con la hoja del bisturí. Lo hace tanto sobre escenas explícitas a nivel sexual como sobre paisajes o figuras simbólicas. Es un lujo íntimo y violento, una curaduría con filo. Es una protesta magnífica, un crimen bibliófilo contra la imagen que se presume intachable o intocable. Aunque los frutos se pudren y las hojas pueden oxidarse o ser atacadas y devoradas por el pececillo de plata, lo verdaderamente inquietante es la mano de la chica, con el guante blanco y la pulcritud de sus uñas, que pule el raspado con delicadeza; desvanece y borra palabras, desaparece oraciones o esconde figuras. Ella produce una grieta sobre la imagen y perfora la mirada del espectador. Su acto, silencioso pero incisivo, distrae y seduce. Al mismo tiempo, las páginas quedan envueltas en una niebla interpretativa para quien tome el libro. La librería es un desorden armónico. Ante la llegada de una nueva caja de libros, la chica empieza a raspar sin seguir un patrón aparente. No solo estimula el paso de las páginas, sino que se detiene a su antojo para ocultar o revelar las lágrimas del papel, que barre con una pequeña escobilla. De su vasta colección arrastra sin piedad, apacible y confiada, para tirar un rápido golpe y plantear el vigilante interrogatorio: ¿qué significa censurar?, ¿qué valor tiene lo impoluto cuando se coloca la tirilla del precio? Sin una sonrisa, con expresión devota y las manos encendidas, la chica impone un encuentro con las imágenes que deja al espectador en suspenso e indeciso. “Sic”, el adverbio latino, funciona como un bisturí que interroga los límites para perforar y extirpar fragmentos de las páginas y de su literalidad fotográfica. La colección bibliográfica no solo ha pasado por sus manos, sino por la incisión que deforma y descalifica. Su ojo enreda la claridad. Susurra sin miedo y de pronto encierra sin razón la recreación del arte. En esa tensión entre lo artificial y lo real, [Sic] revela el haz ultravioleta del bisturí. El espectador vocifera atónito, mientras los lectores, entre miradas distraídas, ignoran su asombro perdido entre los raspados de las páginas. En este cortometraje, Eric Baudelaire se centra en una librería de arte donde sus dedos, a través de la chica, recorren criterios arbitrarios y lejanos, ocultando e invisibilizando imágenes a través de capas y texturas. No hay sangre en la hoja del bisturí, sino polvo y partículas. La chica con el bisturí en mano parece pisar hojas secas en un bosque, ignorando la flor y su aroma. La censura, como mecanismo errante, detiene la excitación de la imaginación y lanza una ráfaga sombría que oculta la expresión reveladora del universo y su expansión.

JOAN SUÁREZ

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