El vuelco del cangrejo

El vuelco del cangrejo

Año:

2009

Duración:

95′ Min

País:

Colombia

Idioma:

Español

Direccción:

Oscar Ruiz Navia

Productores:

Diana Bustamante

Gerylee Polanco

Guillaume de Seille

Oscar Ruiz Navia

Elenco principal:

Rodrigo Vélez

Karent Hinestroza

Arnobio Salazar

Guion:

Oscar Ruiz Navia

Direccion de fotografía:

Sofia Oggioni

Andrés Pineda

Montaje:

Felipe Guerrero

Sonido:

Frédéric Thery

Isabel Torres.

Horarios

Fecha/HoraTeatroCiudad
Martes 16 de septiembre | 2:30 p.m.Centro Colombo Americano - Sede centro. Sala 1 Medellín

Direccción:

Oscar Ruiz Navia

Comunicador Social y Periodista de la Universidad del Valle. Coordinador (2005-2008) del Cine Club CALIGARI en la Fundación de Arte Contemporáneo Lugar a Dudas. A principios de 2006 fundó Contravía Films, casa de producción de cine independiente que, después de 13 años de trabajo continuo, se ha posicionado como una de las compañías de cine más importantes de Colombia. Su primer largometraje El vuelco del cangrejo (2009) recibió el Premio de la Crítica Internacional FIPRESCI en el Festival de Cine de Berlín (Forum).

Esta película se proyecta con

 

Solecito

Sinopsis

Sinopsis

En La Barra, un alejado y húmedo pueblo de la costa pacífica colombiana, Cerebro, líder de los nativos Afrodescendientes, enfrenta fuertes contradicciones con El Paisa, poderoso terrateniente que planea la construcción de un hotel en la playa. Daniel, un citadino extraño y silencioso, llega una tarde cualquiera y permanece varios días en el sitio a la espera de una lancha que pueda sacarlo del país. Obligado a partir, tendrá que ser parte de la lucha del pueblo que se resiste a desaparecer con la inminente llegada del progreso.

Reflexión

Reflexión

Reflexión

Reflexión


A las orillas del mar pacífico, una comunidad lacónica vive en una calma tensa. La llegada de Daniel al pueblo causa dudas: ¿por qué un blanco, sin nada más que una maleta, llega hasta este límite del mundo terreno con el deseo de huir? La película, al igual que los pobladores de La Barra, se niega a dar respuestas ante estos misterios. Hay pistas, como las fotografías, las noticias que se cuelan en el paisaje sonoro a través de los televisores, los hombres uniformados que se pasean a veces por la playa, los recados nocturnos. Todo este cúmulo de huellas teje un tapiz de parches disímiles, que definen la forma entera de la película. Uno de los aciertos más fascinantes de El vuelco del cangrejo es el uso sugestivo de la imagen para alimentar las ideas de la trama. Aquello que no se dice en los diálogos surge en la película como una fisura en el sentido. Los personajes se agazapan detrás de las paredes y las puertas para captar al vuelo los secretos de los habitantes; los ojos curiosos captan los movimientos sutiles y los registran en su memoria como información valiosa. De la llegada del forastero blanco al interior de esta comunidad negra sabemos muy poco. Él y la comunidad, que no logra del todo acogerlo, están unidos por un sentimiento de espera colectiva: Daniel espera a los pescadores para llegar a un destino sin nombre; ellos los esperan para poder alimentarse de algo más que arroz, pues han sentido que la naturaleza enojada ha castigado a este pueblo olvidado. La Barra no sólo parece haber sido olvidada por el mar, sino también por el propio gobierno. La violencia de un país encuentra siempre los caminos para manifestarse, pero la película también nos muestra que la memoria resiste. Cerebro, el casero que recibe a Daniel y que está siempre en tensión con el Paisa, con su sabiduría y conocimiento se resiste a los cambios e insiste en la importancia de la herencia negra, de recordar el dolor que por años han soportado. Vale traer a colación, y no perder de vista, lo masculinizado de este territorio. En este espacio formas semejantes de la masculinidad están sometidas a escrutinio y reflexión. Las mujeres cumplen, de manera mal remunerada, los trabajos tradicionales del hogar; las niñas intentan ir a clase, pero sus clases suelen estar canceladas por razones desconocidas. Los hombres miran con deseo y lascivia a muchas de ellas, las sueñan como parejas, pero sobre todo como objetos para satisfacer sus pulsiones sexuales. La película permite tomar una postura y hace de manifiesto que la pregunta sobre el género es política y que es, además, un espacio en disputa. A pesar de ello, el conflicto nunca es de carácter explosivo ni evidente, las luchas se hacen en el silencio de palabras y en el ruido de los actos; se deciden en las miradas, en el rechazo silencioso de las puertas y ventanas que se cierran para no dejar pasar a la violencia que mora fuera de sus hogares. Son gestos tan cuidados como estos, decisiones como contener en un plano la belleza de la naturaleza en contraste con la imagen de la necesidad y el olvido, aquellas que hacen de esta película un clásico contemporáneo, en el que se entrega el pensamiento y el hacer sobre todo al espacio de la imagen, donde las paradojas pueden morar.

DANIEL ZORRILLA ROMERO

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