2025
122′ Min
Austria
Alemán
Jem Cohen
Paolo Calamita
Jem Cohen
G. Anthony Svatek
Franz Schwartz
Jessica Sarah Rinland
Leslie Thornton
Mario Silva
Jem Cohen
Jem Cohen
Jem Cohen
Jem Cohen
Leslie Shatz
| Fecha/Hora | Teatro | Ciudad |
|---|---|---|
| Lunes 15 de septiembre | 5:00 p.m. | Auditorio Planetario de Medellín Jesús Emilio Ramírez | Medellín |
Cineasta independiente. Lleva más de cuatro décadas desarrollando su propio estilo de arte, desafiante e independiente, a través de películas en diversos formatos, incluyendo sinfonías urbanas, colaboraciones con músicos, retratos de artistas y largometrajes semiguionizados. Cronista poético de paisajes urbanos y artistas que comparten su espíritu libre, Cohen captura personas y lugares en diversos formatos, desde las texturas oníricas del Súper 8, el 16 mm y el video lo-fi hasta el digital 4K. Ya sea centrando su singular mirada inconexa en músicos underground legendarios o en los paisajes urbanos modernos que moldean nuestras vidas, su cine abre los ojos a nuevas formas de experimentar el mundo que nos rodea. Sus películas se han proyectado en festivales de cine de todo el mundo y le han valido numerosos reconocimientos.

En la nueva película de Jem Cohen, un astrónomo austríaco llamado Karl, que ha estado reevaluando su trabajo y su vida después de cumplir 70 años, viaja a la cima de una montaña en una isla griega en busca del cielo más oscuro para observar el cosmos. Espera encontrar un cielo lo suficientemente oscuro como para reconectar con las estrellas.


Little, Big, and Far, de Jem Cohen, es una película que se despliega como un mapa espacial lleno de constelaciones que vistas de cerca parecen fragmentos dispersos, pero que a la distancia revelan bellos misterios. Es un experimento poético que desdibuja los límites de lo encasillable en el cine, donde lo sagrado y lo científico se reconocen como fuerzas que no se oponen, sino que se alimentan. Es una obra que rehúye etiquetas fáciles, que se mueve entre el documental y la ficción con la misma naturalidad con la que un astrónomo alterna entre el cálculo y la contemplación. La película emplea imágenes estelares y de exploración espacial para tejer una atmósfera que entrelaza la sorpresa cósmica con la conexión humana. La vastedad del universo, plasmada en estrellas, galaxias lejanas y fenómenos celestes, refleja las distancias emocionales y relacionales de los personajes, invitando a pensar nuestro lugar dentro de un marco mayor. A través de un trabajo consciente de montaje se formulan metáforas de experiencias humanas como la soledad, el vínculo y el cambio. Al contrastar la inmensidad del universo con la forma diminuta de una partícula, somos llevados a pensar en la intimidad compartida entre personas que se quieren. La película articula historias a través de un tejido visual hecho de rodajes en presente y material de archivo. La cámara transita la vida de los personajes siguiéndoles, y compartiendo sus miradas, ya sea a través de lo que ven en el plano corporal, con un telescopio o mediante análisis de datos. También hay imágenes que se revelan por medio de la palabra epistolar. Se transita con igual atención por paisajes rurales con vacas y cielos insulares, a aeropuertos, laboratorios y observatorios científicos. En la aparente banalidad de un parqueadero de suburbio estadounidense se revela un instante de observación colectiva, gente reunida para ver un eclipse total, como ocurre en una sala de cine, donde miradas distintas convergen en una misma imagen. Cohen se adentra en museos donde reposan fósiles y esculturas prehistóricas, y recorre calles oscuras iluminadas por farolas que borran el cielo estrellado. El material real de estudios espaciales como la superficie de un cometa, de la luna o del sol con sus explosiones radioactivas, sobrepuesto a una banda sonora con belleza cósmica, refuerzan la noción del caos sostenido por la naturaleza. Este lenguaje subraya reflexiones filosóficas y científicas sobre la existencia, el tiempo y el conocimiento. Con un ritmo denso en imágenes, pero pausado en la entrega, nos invita a la meditación evocando una profunda conciencia de la fragilidad de la vida, la crisis ambiental y la continuidad en medio del cambio. La película sigue a Karl, un astrónomo austríaco, ya viejo, que se encuentra en un punto de inflexión. Su carrera está amenazada y su vida personal marcada por ausencias. Tras un congreso en Grecia, Karl decide no volver a casa y elige radicarse en una pequeña isla donde la noche es lo bastante oscura como para mirar de nuevo las estrellas, con la esperanza de recuperar algo que quizá había perdido sin darse cuenta, el asombro. Pero la suya no es la única voz que habita el relato. Está su amiga Sarah, una joven dedicada a la ciencia ciudadana y a la preservación de saberes en museos. Mateo, un astrónomo ecuatoriano que comparte con ella la historia de un telescopio histórico en Nueva Jersey. También está Eleanor, la esposa geográficamente distante de Karl, una física teórica a través de quién él vive. Sus gestos, sus palabras y las imágenes que guarda de su recuerdo son el hilo que lo conecta con el presente. En la película, esa memoria se vuelve un territorio habitable y una presencia que, aunque ausente, sigue marcando el ritmo de su mirada y de su vida cotidiana. Las trayectorias de estos personajes se cruzan de manera sutil, no siempre en el espacio físico, sino en la resonancia de sus inquietudes, la fugacidad de la vida, la fragilidad de la verdad, y la certeza de que todo puede desvanecerse. Entre imágenes terrenales se filtran otras que vienen de más lejos, recordándonos que lo remoto y lo inmediato son parte de un mismo paisaje interior.
Valle de Aburrá, Antioquia